“Además de un título universitario, nuestros jóvenes van a necesitar contar con nuevas competencias para ser atractivos y competitivos en un mercado laboral radicalmente diferente”, afirmó el director general de Fundación ONCE, José Luis Martínez Donoso durante el V Congreso Internacional sobre Universidad y Discapacidad.

 

Donoso añadió la necesidad de que los estudiantes con discapacidad “no se queden fuera de la cuarta revolución industrial” a la vez que puntualizó que el “gran desafío” de los próximos años no es solo incorporar más estudiantes con discapacidad, sino prepararlos para el actual y cambiante mercado laboral: “Nos preocupa ya no que accedan, sino cómo conseguir aumentar el porcentaje de jóvenes que logran completar sus estudios universitarios, cómo garantizar la igualdad de oportunidades y hacer que puedan disfrutar de experiencias como la movilidad internacional o las prácticas académicas. Que nadie se quede atrás”. El materializar estos objetivos "va a requerir de mucha formación tecnológica y de todo el apoyo de los principales centros de conocimientos que seguís siendo las universidades”, destacó Donoso durante la clausura del V Congreso Internacional sobre Universidad y Discapacidad

 

 

El presidente de la Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas (CRUE) y rector de la Universidad de Córdoba, José Carlos Gómez, señaló la necesidad de “personalizar la formación”, a la vez de asegurar una “docencia de calidad” que garantice la igualdad de oportunidades de aprendizaje a todos los alumnos. 

 

“La atención a la discapacidad debe ser considerada como un signo de excelencia en la universidad”, subrayó el presidente de la CRUE, quien adelantó cambios legislativos que representarán una “gran oportunidad” para garantizar la inclusión e igualdad de oportunidades a las personas con discapacidad dentro de las universidades.

El director general de Derechos de las Personas con Discapacidad del Ministerio de Derechos Sociales y Agenda 2030, Jesús Martín, avanzó que esa nueva legislación consolidará los servicios de atención a la discapacidad, a la vez que garantizará los recursos necesarios para que los estudiantes con discapacidad puedan estudiar. En este sentido, reconoció que se necesitará inversión pública, a la vez que valoró los avances realizados en los últimos años en materia de inclusión por parte de las universidades. 

 

Por su parte, el presidente del CERMI, Luis Cayo Pérez Bueno, precisó que el sistema universitario español “no es inclusivo aún” y mantiene “deficiencias no resueltas” para garantizar la inclusión de todas las personas, aunque reconoció que “al menos en la última década se han dado pasos alentadores”. 

 

Pérez Bueno subrayó que “la igualdad no se puede entender como equiparación formal” y añadió que “la inclusión requiere de contenido material, con exigencia de prestaciones materiales”. Por ello, mostró su preocupación por la posibilidad de que la reforma universitaria pueda suponer “un retraso, incluso un retroceso”. 

 

 

En el Congreso también se hizo hincapié en que la digitalización no se convierta en una barrera y sí sirva como una oportunidad para un mejor acceso a la formación por parte de los estudiantes con discapacidad. En este sentido, la directora de Programas con Universidades y Promoción del Talento Joven de Fundación ONCE, Isabel Martínez Lozano, destacó “la proactividad” de los estudiantes con discapacidad en el uso de las nuevas tecnologías, a la vez que subrayó que no son menos hábiles en su utilización que el resto de la población.

Martínez Lozano mostró la necesidad de que “digitalización y tecnología no sean una barrera, sino una oportunidad para la educación superior de las personas con discapacidad”. 

 

 

El vicepresidente ejecutivo de Fundación ONCE, Alberto Durán, también señaló la importancia de que digitalización no deje a nadie atrás: “Sin garantizar la accesibilidad digital volveremos a cerrar las puertas del conocimiento y el aprendizaje a las personas con discapacidad”.

 

Durán reflejó que hay que avanzar en la incorporación de personas con discapacidad a la universidad y no conformarse solamente con su presencia. “Hace años, por ejemplo, solo hablábamos de acceso, ahora ya no solo nos conformamos con el acceso, también hablamos de progreso, de mejora de la empleabilidad, de acceso a la carrera docente e investigadora o de accesibilidad digital”, afirmó. 

 

“La accesibilidad digital afecta a muchos aspectos, al diseño de la tecnología, a la accesibilidad de las plataformas, webs, aplicaciones y contenidos”, prosiguió Alberto Durán, quien indicó que la digitalización en los procesos de enseñanza requiere de cambios en metodologías docentes que deben ser inclusivas, en sistemas de evaluación y en otros aspectos que rodean las circunstancias del alumnado con discapacidad.

 

 

Por su parte, el rector de la Universidad de Jaén, Juan Gómez Ortega, se refirió a la personalización de la formación como uno de los desafíos más importantes que debe abordar la comunidad universitaria. En su intervención, Gómez Ortega, como presidente de CRUE-TIC (Tecnologías de la Información dentro de la CRUE), afirmó que la pandemia “ha generado muchos conversos y ha acelerado el proceso, pero queda mucho por hacer”.

En su opinión, “hay que procurar que las tecnologías digitales permitan adaptar cada vez más la formación que se ofrece tanto a los intereses personales como a las capacidades de las personas”. En este sentido, Gómez Ortega recalcó que lo más importante es que las tecnologías sean mecanismos para eliminar barreras, no para crear otras. 

 

“La digitalización requiere una formación, y ese es el otro de los retos”, apuntó. “Hay que formar a la gente en competencias digitales avanzadas. Somos conscientes de que es una necesidad, y aunque queda mucho por hacer, estamos apostando por la inclusión en todas las universidades. Vamos en la buena línea y somos conscientes de la necesidad”, concluyó el rector de la Universidad de Jaén.

 

 

En el Congreso se entregó el Premio a la Mejor Comunicación al proyecto ‘Entornos de aprendizaje virtual para la práctica inclusiva en Educación Superior’, que recogió la Universidad de Sevilla. Consiste en un proyecto sobre prácticas inclusivas por parte del profesorado universitario en la que han participado 119 docentes de diez universidades presenciales públicas españolas, pertenecientes a todas las áreas de conocimiento.

 

El trabajo analiza las acciones inclusivas referidas a las plataformas tecnológicas. Una de las conclusiones más relevantes que ha mostrado es la importancia de emplear recursos adaptados a las necesidades específicas de cada estudiante, debido a la incidencia positiva que tienen los sistemas de teleaprendizaje sobre los estudiantes (con o sin discapacidad)

 

El proyecto premiado muestra que la influencia de estas herramientas en el aprendizaje no depende de que el estudiante tenga o no discapacidad, sino del enfoque didáctico con el que se utiliza la tecnología para ajustarse a las necesidades educativas de cada uno.

 

Por tanto, la utilidad de estos medios tecnológicos depende, en última instancia, de que el entorno, sus materiales y la enseñanza estén adaptados a las circunstancias del alumno para optimizar sus condiciones de aprendizaje. Por eso se alude también a la necesidad de una formación del profesorado y contribuyan a que la educación inclusiva pueda estar presente en los entornos virtuales.

Por su parte, Alejandra Cortés recibió el premio Educa a la mejor profesora universitaria en 2020. Es la directora de Calidad e Innovación Docente del Vicerrectorado de Política Académica de la Universidad de Zaragoza, investigadora permanente de la Cátedra de la Unesco de Comunicación y Valores.

 

La investigadora afirmó que “hay cuestiones esenciales y una de ellas es la que refleja este congreso: el elemento de inclusión”. Sin embargo, prosiguió, “no sé si tendríamos que hablar de educación inclusiva porque creo que la educación en sí misma y per se es inclusiva”. Desde esta perspectiva, la docente afirmó optar más por hablar de “educar en la convivencia, en el reconocimiento de la otra persona, que aporta y que te importa”. Un buen profesor”, concluyó, “tiene el arte y la virtud de conjugar competencias técnicas y transversales. Ese es el gran arte. Y eso incluye el ser inclusivo. La inclusión tiene que impregnar la normativa, el diseño de las prácticas y todo lo que rodea el ámbito educativo”.

 

Fundación ONCE y la Universidad de Salamanca fueron los encargados de organizar este encuentro con la colaboración del Ministerio de Universidades, el Ministerio de Derechos Sociales y Agenda 2030, el Real Patronato sobre Discapacidad, la Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura (OEI), la CRUE y el CERMI y el apoyo de instituciones como Fundación Universia.