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viernes, 06 de marzo de 2020cermi.es semanal Nº 381

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Reportaje

Braille, seis puntos cardinales (realidad, actualidad y futuro del sistema de lectoescritura)

06/03/2020

Rafael Olea - Fotos: ONCE

A través de seis puntos, colocados en tres filas y dos columnas ajustadas al tamaño de la yema de un dedo, Louis Braille diseñó un sistema de lectoescritura que permitió a las personas ciegas acceder al conocimiento, la educación y, con ello, abrirse al mundo y a la vida. Estos seis puntos cardinales, a punto de cumplir 200 años, en la actualidad buscan universalizarse y, después, cimentar su futuro en simbiosis con las nuevas tecnologías.

Alfabeto braille.“El braille tiene 200 años, es un sistema antiguo, pero no anticuado”, afirma con seguridad la jefa de la Unidad de Braille de la ONCE, Ana María Llauradó. Se estima que cerca de 10.000 personas usan el braille en España y que más de 7.500 estudiantes ciegos lo tienen o lo han utilizado como método de alfabetización para aprender a leer y escribir.
 
“Estamos impulsando el braille”, añade Llauradó, “porque creemos en él y queremos que tenga un buen futuro. Además, evoluciona y no es un enemigo de la tecnología, como demuestran, por ejemplo, las líneas de braille o los teclados en braille de algunos ‘smartphone’. Son pequeñas pruebas que demuestran que sigue vivo y que tiene futuro”.
 
Esta visión de la pervivencia del braille y su simbiosis con las nuevas tecnologías también es compartida por Francisco Javier Martínez, uno de los técnicos de la Unidad de Braille: “Siempre se va a ser necesario y no va a desaparecer por mucha tecnología que actualmente exista o que se incorpore en el futuro”. 
 
“De hecho”, añade Martínez, “el braille sigue siendo una herramienta imprescindible para los niños que nacen con ceguera o resto visual. Les es indispensable para aprender a leer y escribir, igual que hacen en la escuela el resto de niños, videntes o no. A partir de ahí, viene todo lo demás, puesto que todas las personas necesitan poder leer”.
Lectura de un libro en braille.
La jefa de la Unidad, creada hace un año, subraya que “no pretendemos que todos los aficionados conozcan el braille y se lean con él ‘El Quijote’, pero sí que sean conscientes de que es un sistema que existe y que da respuestas a unas necesidades, puesto que es un recurso indispensable”. Y pone un ejemplo relacionado con el de los niños en la escuela antes mencionado: “Si uno de sus abuelos, que asiste diariamente al Club del jubilado a jugar a las cartas con sus amigos, se queda ciego, ¿no va a poder seguir haciéndolo? Si aprende braille, sí podrá seguir jugando a las cartas, además de poder leer y comunicarse".
 

El braille de las pequeñas cosas 

 
La actualidad del braille está marcada por incorporarlo a todas las situaciones de la vida diaria de cualquier persona usuaria, de manera que gracias a él pueda alcanzar un nivel de autonomía personal en su vida. 
 
Aparte de la lectura con fines educativos y culturales, el braille permite navegar y leer lo que aparezca en la pantalla de un ordenador o de un móvil, sacar dinero en un cajero automático, conocer en qué planta de edificio estamos dentro de un ascensor, votar en las elecciones, cocinar en una placa de inducción o poder aplicar una medicina correctamente. Es lo que se denomina como “el braille de las pequeñas cosas”.
 
Un gran problema es que no siempre se emplea bien el braille. En esta Unidad son conscientes de surrealistas y grotescos errores al utilizarlo, como poner las advertencias y normas de una piscina escritas en braille a dos metros y medio de altura, tapar un cartel escrito en braille con metacrilato (con el objetivo de conservarlo), ponerlo al revés (porque quien lo coloca no conoce qué parte debe estar arriba ni cuál abajo) o, incluso, confundir las pegatinas de los números de las plantas dentro de un ascensor. 
Una persona busca una planta dentro de un ascensor usando braille.
Asimismo, se reclama que el braille esté presente en los envases de los productos, especialmente en los sanitarios y aquellos que puedan suponer un potencial peligro para la salud. Por ejemplo, si se incorpora braille en las botellas de lejía y amoniaco, se evitará confundirlas y mezclar ambos productos (lo cual produce un gas tóxico), o poder confundir lejía con aceite, etc. 
 
El técnico de la Unidad de Braille de la ONCE Pedro Ruiz explica que un triángulo saliente que aparece sobreimpreso en muchos productos, como agua oxigenada o algunos limpiadores, corresponde a la señalización táctil que advierte a las personas ciegas sobre productos nocivos o potencialmente peligrosos.   
 
Sin embargo, lamenta que no todos lo incorporen, así como que tampoco estén escritos en braille muchos envases de productos alimentarios: cajas de cartón, tetra-bricks, etc.  En este sentido, la jefa de la Unidad de Braille de la ONCE confía que “la responsabilidad social de las empresas favorezca la incorporación del braille en sus productos”.
 

La 'RAE' del Braille

 
Para impulsar el correcto funcionamiento del braille, desde 1984 existe la Comisión Braille Española, órgano que regula en España sus normas de uso y desarrollo, además de asesorar a empresas y organizaciones sobre cómo incluirlo en sus productos y servicios. Según un comunicado de Prensa de la ONCE, el pasado año se realizaron más de 400 asesoramientos, como, por ejemplo, los de los sobres de voto accesible en los diferentes procesos electorales celebrados en 2019.
Braille incorporado a nuevas tecnologías.
Con cierta ironía y buen sentido del humor, se afirma que la Comisión Española del Braille puede considerarse la 'RAE' (Real Academia Española) de este sistema de lectoescritura. Martínez explica que “se dice esto porque esta Comisión es un poco la que ‘limpia, fija y da esplendor’ al braille español, catalán, gallego o vasco”.
 
“Una de las funciones que tiene esta Comisión es fijar las signografías en braille que se van a utilizar en las diferentes disciplinas del saber: matemáticas, física, química, ajedrez, idiomas extranjeros… A veces esos signos existen, pero a veces hay que inventárselos y añadirlos, en ocasiones combinando varios símbolos”, explica Martínez.
 
De hecho, una de las acciones que realiza esta ‘RAE del braille” es incorporar todo el conocimiento humano a este sistema de lectoescritura. Incluso, la traducción de indefinibles fórmulas químicas o matemáticas incomprensibles para la inmensa mayoría de los mortales. Esta labor se entiende mejor con un ejemplo: la traducción al braille que han realizado tanto de la fórmula química bidimensional del ácido antranílico como de su forma linealizada.
 
Aparte de la transcripción al braille de este compuesto –un aromatizante de la uva, según aparece reflejado en la Wikipedia–, los técnicos de braille de la ONCE también realizan paneles didácticos, como los de “química para tocar”, cuyo objetivo es que los estudiantes aprendan las fórmulas, por ejemplo, del ácido sulfúrico (H₂SO₄) o el metano (CH3-Ch3). Y no solo eso, porque también en esta RAE del Braille se pauta cómo hacer planos y mapas en relieve.
 
Para poder desarrollar esta labor enciclopédica, la Comisión Braille está compuesta por seis grupos de trabajo: ciencias, idiomas, escenografía (braille abreviado), materiales en relieve, musicografía y didáctica del braille (subgrupo braille para niños y adultos).
 

Divulgación

 
Además, para fomentar el uso de este sistema de lectoescritura, la ONCE gestiona cerca de 40 ‘Clubes Braille’ con presencia en todas las comunidades autónomas. En ellos, se enseña a todas las personas interesadas a conocer y disfrutarlo desde todas sus vertientes: educación, cultura, ocio… 
Niños aprendiendo braille.
Asimismo, existen recursos de aprendizaje como Braitico, que enseña braille de manera lúdica  a niños desde la cuna hasta los 13 años, o diversos servicios didácticos, como un curso básico de autoaprendizaje o visualizadores para ordenador y descarga de las fuentes tipográficas. 
 
Sin embargo, desde la Comisión del Braille no se oculta su deseo de que este sistema de lectoescritura pueda llegar a todas las escuelas y que todos los niños tuvieran conocimiento y acceso a él. 
 
“Muchas veces”, advierte Martínez, “lo que más daño le hace al braille es su desconocimiento”. En este sentido, afirma que “sería interesantes que todos los niños, con y sin discapacidad, pudieran aprender, por lo menos, lo básico del braille a través de juegos”. 
 
Por su parte, Llauradó destaca la importancia de esta “labor de sensibilización externa, puesto que los niños de hoy son los adultos del mañana, y es importante realizarla desde las edades más tempranas, de manera que pronto sean conscientes de que esos puntitos significan mucho para una persona que no ve”.
 
Asimismo, Ruiz destaca la excelente acogida que tienen las actividades de divulgación del braille, especialmente por parte de todos los niños, con y sin discapacidad visual. “Muchas veces acceden a él a través de juegos en los que tienen que escribir sus nombres o mandarse textos que tienen que descifrar, a modo de ‘criptomensajes’. De esta forma, a modo de juego conocen el braille y su importancia. Sería interesante que todos los niños, con y sin discapacidad, aprendieran, por lo menos, lo más básico del braille”, afirma.
 

Origen en las guerras napoleónicas

 
Precisamente, a la criptografía se debe el nacimiento de estos seis puntos cardinales, puesto que Louis Braille comenzó a desarrollar su sistema de lectoescritura tras descubrir un método utilizado por los soldados franceses en las guerras napoleónicas, inventado por Charles Barbier, que permitía enviar mensajes al sustituir letras por signos marcados por puntos y rayas, y que otorgaba a los soldados la ventaja de poder leerlos -al tocarlos- en la oscuridad de sus campamentos o trincheras. En aquellos tiempos, encender una luz era exponerse a los tiradores rivales, y Barbier había visto morir a bastantes soldados por este motivo.
 
Braille descubrió este sistema y, a partir de él, ideó su famoso código estudiando y simplificando el criptoinvento de Barbier. Eliminó las rayas que había implantado el militar galo y, con solo seis puntos en relieve, divididos en tres filas por dos columnas, realizó su famoso código, que desde hace 200 años permite la lectura y la comunicación de las personas ciegas.
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