El certificado digital verde anunciado por la Comisión, que podrá tener versiones en papel y digital, a demanda, ha de diseñarse desde el inicio considerando la accesibilidad universal, de modo que las personas con discapacidad y mayores puedan utilizarlo sin ningún tipo de restricciones o limitaciones.

 

Según la Comisión, este certificado digital verde consistirá en una acreditación de que una persona ha sido vacunada frente a la Covid-19, que se ha recuperado de la enfermedad o se ha realizado una prueba cuyo resultado ha sido negativo.

 

Durante la pandemia, las personas con discapacidad han sufrido en toda Europa la carencia de accesibilidad en múltiples entornos y servicios, afectando de modo negativo a su derecho a la información, a la preservación de su salud y a recibir servicios públicos no discriminatorios y de calidad. Esto no puede volver a ocurrir con el pasaporte verde, por lo que la accesibilidad universal ha de estar asegurada desde su concepción y diseño.