"4,32 millones de personas con discapacidad,
más de 8.000 asociaciones luchando por sus derechos"
Soledad, exclusión forzosa
Soledad no deseada y discapacidad. El suicidio, el mayor fracaso social
Desconexión social y vital
30/10/2020
Blanca Abella
La cifra de suicidios en nuestro país es escalofriante, pero el hecho en sí del suicidio es quizás lo que más preocupa en este encuentro, en el que se alerta sobre un problema de salud pública que no cuenta con los apoyos necesarios, es más, está invisibilizado. La soledad es uno de los factores que influyen en la ideación del suicidio pues implica una triste desconexión social, pero los desencadenantes pueden ser múltiples, todos ellos forman parte de un sistema materialista que fomenta la competitividad y el individualismo. Por eso, para combatir esta triste realidad resulta necesaria una estrategia que fomente una sociedad más humana y empática, basada en los cuidados, en la educación emocional y la solidaridad social.
Explica Nel Anxelu González que "es prioritario ponerse a trabajar en un plan que abarque desde la formación a profesionales de la salud, hasta la elaboración de campañas de sensibilización social y visibilización del problema, para que deje de ser un tabú".
Un sistema feroz
Entre las razones de este problema o las raíces que lo originan, señala con rotundidad el "sistema feroz" en el que vivimos, y demanda cambios en el modelo social. "Es un sistema materialista que fomenta la competitividad y el individualismo y convierte al individuo en el único responsable de lo que consiga o deje de conseguir, sin atender a factores externos, y mide el éxito en función de lo material", explica.
En Salud Mental España "defendemos y urgimos la elaboración de una estrategia nacional a largo plazo que fomente una sociedad más humana empática y menos competitiva y materialista, basada en los cuidados, en la educación emocional y la solidaridad social", enfatiza. Para ese plan Salud Mental España propone, entre otras cosas, la implantación de un servicio telefónico de atención público y gratuito, además de un plan que sensibilice y conciencie, de tal manera que ayude a detectar precozmente el riesgo de conducta suicida.
Es difícil hablar de una razón o factor desencadenante pues existe una "relación de detonantes tan larga como experiencias tenga una persona a lo largo de su vida". Por ello, la lista de factores condicionantes también es extensa: pobreza, desempleo, pérdida de seres queridos, alcohol, maltrato en infancia, trastornos mentales... y con la pandemia, apunta, afloran con más intensidad, al igual que ha ocurrido con la violencia machista, que se ha agravado en estos tiempos, cuando ya era un grave problema que merecía mayor atención.
Alianzas necesarias
Bayarri insiste en la importancia de las sinergias que se llevan a cabo desde Salud Mental España y repasa el trabajo que se viene realizando en este sentido con distintas organizaciones de la discapacidad, organizaciones sociales, universidades y administraciones. Igualmente, destaca la relevancia de trabajar de la mano de los medios de comunicación, porque “las palabras sí importan”, y así lo dejaron claro al denominar de esa manera la guía de estilo sobre salud mental para medios de comunicación, elaborada de la mano de la Fundeu.
Finaliza asegurando que la alianza más importante e imprescindible es laque tejen todas las asociaciones de la red Salud Mental España, en una misma línea de trabajo, recordando cada día como un mantra que "el suicidio sí se puede prevenir".
Ni cobarde ni valiente
En el Teléfono de la Esperanza las personas voluntarias de esta asociación atendieron en España durante el pasado año más de 116.000 llamadas, 24 horas al día, de las que más del 10% estaban relacionadas con temática suicida. La mayoría de las llamadas tenían el factor común de la soledad, personas que se encuentran solas y no tienen con quién hablar. Además, recordó que, de media, unas 10 personas al día se suicidan en España (cuatro mujeres y seis hombres). "Hoy, cuando acabe el día, se habrán suicidado 10 personas", asegura.
"En el suicidio nunca hay un único motivo”, afirma, pero sí hay factores de riesgo que cuando se suman hacen mucho más vulnerable a la conducta suicida. "Las personas con discapacidad tienen un alto riesgo de sufrir aislamiento, aislamiento social, de relación con el entorno, aislamiento laboral, y eso puede llevar al desarrollo de un trastorno de ansiedad o depresivo", relata Arquer, que asegura además que “la desconexión social provoca soledad y es un gran factor de riesgo”, sobre todo en el caso de las personas con discapacidad, que "sufren con mayor intensidad el problema de la soledad".
Para luchar contra “este problema de salud pública”, planteó la adopción de un enfoque biopsicosocial que cuide el “bienestar físico, social y mental”, que reflejan la salud de la persona. El apoyo a las personas que lo están pasando mal pasa por estas tres esferas y "solo así entenderemos el bienestar y el progreso como sociedad".
Finalmente, a la persona que se enfrenta ante un caso de suicidio le ofrece unos consejos importantes: No cambies de tema; escucha sin juzgar; exprésale tu preocupación; acepta sus sentimientos; y no lo consideres ni cobarde ni valiente.
Rostro de mujer
Según su experiencia, "la primera sensación de soledad llega con el diagnóstico, cuando no entiendes nada ni te explican lo que pasa" y por eso es tan importante el trabajo de las entidades de la discapacidad y sus alianzas, especialmente, el de Salud Mental España. Como ejemplo, habla de la red creada en 2017, la red estatal de mujeres, dentro Salud Mental España, destacando su gran funcionamiento sobre todo durante la pandemia, cuando ha sido todavía más necesario.
Y expresa, finalmente, el sentimiento de "lejanía con la que la sociedad nos mira", que es a su vez una de las causas de "sentirse aislada y en soledad y la falta de empatía, que se agudiza en el caso de las mujeres, y más con discapacidad". Afirma que todo esto “nos sitúa en el último escalón de vulneración”.
Testimonios
Pese a esta situación, critica que los medios de comunicación “apenas presten atención a la salud mental, y esto sería muy importante, porque sería el modo de entrar en las casas de estas personas que tienen problemas”. "La salud mental es la base de toda salud", dice, "y hay que unir fuerzas porque hay gente pasándolo muy mal". Ya ocurría antes de la pandemia, "y aparte de ser un fracaso social es una realidad silenciada", sentencia.
En otro testimonio en primera persona, un voluntario del Teléfono de la Esperanza, pone en valor la formación “seria, larga y rigurosa” que se recibe a lo largo de todo un año, antes de atender llamadas. Señala que, si bien “soledad y suicidio no son sinónimos, sí que el aislamiento es un factor de riesgo enorme”, por lo que insta a las administraciones a reforzar las políticas públicas para luchar contra esta lacra.
Eso sí, defiende que la lucha contra la soledad no deseada es tarea de toda la sociedad. “No solo tenemos que exigir a las administraciones o ver qué pueden hacer las organizaciones de la sociedad civil, sino que cada persona, en su entorno, puede ser un ‘teléfono de la esperanza’, pues hay gestos tan sencillos como acercarse a ese vecino que está solo para preguntarle si necesita algo. A lo mejor no siempre se trata de ir a comprarle el pan para que no tenga que salir a la calle por los riesgos de la pandemia, sino que en ocasiones puede demandar conversar cinco minutos. En definitiva, alimentar el alma”, enfatiza este voluntario.
El encuentro fue conducido por Pilar Villarino, mientras que la consejera técnica del Real Patronato sobre Discapacidad, Maite Fernández, clausuró el acto y subrayó el compromiso de este organismo con la lucha contra la soledad no deseada de las personas con discapacidad. dice que hay muchos retos y mucho camino por recorrer con el tema del suicidio, que hemos calificado como el mayor fracaso social, porque así es".
