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viernes, 02 de octubre de 2020cermi.es semanal Nº 407

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Jesús Rivero. Novillero

"Nunca he sentido que la discapacidad fuera un impedimento para intentar el sueño de ser torero”

02/10/2020

Rafael Olea

Cuando solo tenía 11 años, Jesús Rivero toreó su primera becerra. Desde ese momento tenía claro que, pese a su discapacidad -una parálisis en un brazo que tiene desde el nacimiento- quería dedicar su vida al sueño de convertirse en torero. Tras más de 30 novilladas e, incluso, haber recibido su "bautismo de sangre" al recibir una cornada en el muslo el pasado 30 de agosto, espera su oportunidad de triunfar en el coso de Úbeda, ante las cámaras de Canal Sur, lo cual le abriría la posibilidad de torear en Las Ventas o La Maestranza; y, con ello, esperar la alternativa para convertirse en figura del toreo.

Jesús rivero (1)La afición a los toros de Jesús Rivero le llegó muy pronto. Era muy pequeño, e incluso no recuerda si tenía 6 o 7 años cuando su abuelo, “un gran aficionado”, le apuntó en la escuela de tauromaquia de San Fernando (Cádiz). Fue una decisión que cambió su vida, pues encontró "una pasión" que llenaría su vida. 
 
El siguiente gran paso en su vida le llegó con solo 11 años, cuando toreó su primera becerra. Afirma que “ahí, en ese momento, lo que comenzó como un juego de niños se convirtió en mi vida, a lo que he decidido dedicarme y lo que me hace soñar. Cuando experimenté esa sensación –torear a la becerra–, tuve claro que quería dedicar mi vida a eso”.
 
“De pequeño todo era un juego, pero la verdad es que no había otra cosa al margen de los toros que me llamara la atención. Lo mío era ir a la escuela de tauromaquia, donde era feliz”, comenta. 
Jesús Rivero (6)
Y de esta manera, comenzó una afición taurina que se convirtió en el leitmotiv de su vida. Y no fue precisamente fácil, puesto que desde su nacimiento tiene una discapacidad, una parálisis en el brazo derecho desde su nacimiento. “Era un bebé muy grande y al nacer, cuando pesaba casi 5 kilos y medía 60 centímetros, no decidieron hacer cesaría y en el parto, que fue complicado, se me partió el plexo braquial (una estructura nerviosa)”.
 
Con 12 años, compaginando sus estudios en el colegio y su querida escuela de tauromaquia, comenzó una intensa rehabilitación que, junto con el deporte, le ha permitido recuperar aproximadamente un 50% del movimiento con el brazo derecho, precisamente con el que sujeta trapo.
 
Para poder torear, ha realizado dos orificios en el capote, en los que pone los dedos del brazo derecho -el que tiene semiparalizado-.  Para entrar a matar, aprendió a usar el estoque con la mano izquierda, algo poco habitual en el toreo. Gracias a esto, asegura que no tiene dificultad para torear. “De esta manera, delante del toro hago todo lo que siento. He entrenado mucho para poder coger el capote”, el cual  que tiene un peso cercano a los siete kilos.
 
Rivero, toreando. Foto Eva Morales
Con estas ‘adaptaciones’, el joven novillero afirma que puede realizar su pasión con normalidad. Afirma que "nunca he sentido que la discapacidad fuera un impedimento para intentar el sueño de ser torero”. De hecho, asegura que sus compañeros de escuela, cuando empezó a torear y vieron que, pese a su discapacidad, se ponía delante del toro y no se achicaba, empezaron a verle "como un rival". 
 
Advierte que “el único ‘pero’ que puedo poner fue justo antes de torear, cuando lo hacía en el campo y, como se dice en el argot ‘daba fiesta’ al toro. Tuve ciertas dudas con el maestro de la escuela para probar en la plaza… Sin embargo, le dije que le iba a responder con la muleta y la espada, y así lo hice”. Los resultados le acompañaron, puesto que entre más de 30 rivales quedó finalista e, incluso, ha ganado varios certámenes de novillero.
 
Actualmente lleva dos novilladas picadas. El Reglamento Taurino exige a los novilleros un mínimo de 10 festejos sin picadores, para poder pasar a torear novilladas picadas, y 25 novilladas picadas para poder tomar la alternativa y convertirse en torero, pasando de lidiar novillos a toros de media tonelada de peso. 
 
“Llevo camino y espero que se cumpla mi sueño y cuanto antes llegue la alternativa para cumplir mi sueño desde niño: ser torero. Esa es la meta, mi sueño”, afirma. Con una no muy usual prudencia a su joven edad, matiza que “aunque he alcanzado varias metas, para construir un castillo hay que ir poniendo los ladrillos derechos”. 
 
Y, efectivamente, ha ido colocándolos: escuela de tauromaquia, primera becerra, cerca de treinta novilladas, y ahora solo le faltan un número más de novilladas picadas y que le den la alternativa para construir el castillo de sus sueños.
 
Rivero destaca que ha “bebido de muchas fuentes” en el mundo del toreo. Entre sus grandes referentes destacan Julián López Escobar, “el Juli”; y Miguel Ángel Perera. “Tengo ese concepto del toreo y son dos figurones”, afirma. Asimismo, entre toreros más antiguos destaca al colombiano César Rincón y José María Manzanares (padre).
 
Asimismo, describe ponerse delante de un toro “como algo muy, pero que muy, difícil de explicar, con muchísimas sensaciones, pero cuando lo haces y sientes en la plaza, tienes una sensación doble de satisfacción y felicidad”.
 

Bautismo de sangre

Jesús Rivero.
Incluso, ha tenido su “bautismo de sangre”, su primera cornada. Fue el pasado 30 de agosto en su debut “con caballo” en la plaza de Sanlúcar de Barrameda (Cádiz). “Me ha servido mucho como torero. Creo que puedo decir que necesitaba que pasara. Era como una prueba más”, afirma. 
 
Actualmente, se encuentra plenamente recuperado de su cornada de 20 centímetros en el glúteo y prepara su siguiente cita, el domingo 4 en la plaza de Úbeda (Jaén), en una carrera retransmitida por Canal Sur, coso donde ganó un certamen hace dos años. Si resulta vencedor en esta lid, el premio será torear en alguna de las dos grandes: Maestranza o Las Ventas.
 

Debate sobre el toreo

 
Mientras llega el momento de cumplir su sueño, Rivero aborda con respeto el debate que ha surgido en torno al mundo del toro. “Entiendo y respeto que haya gente que no le guste”, indica. Incluso, ha vivido situaciones como le llamaran “asesino” al llegar a una plaza. “Hoy en día”, afirma, “hasta te cuesta decir que eres novillero y quieres ser torero”.
 
Considera que “el mundo del toro hay que conocerlo, pues no es solo lo que se ve en la plaza”. En pleno debate sobre la España Rural, precisa que “el toro es mucho más que los 15 minutos que está en la plaza. Son los cuatro o cinco años en los que se ha criado en el campo; la gente que lo ha atendido, cuidado y criado; el pueblo donde ocurre todo eso”. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
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