Aunque sus padres intentaron ocultárselo, Noelia descubrió de niña que en el libro de familia tenía la categoría de “subnormal”. Explica ella que eran otros tiempos, pero no dejó que eso le influyera gracias a su rebeldía y espíritu inquieto, hizo caso omiso y demostró tener capacidades cognitivas de sobra con cada decisión que tomaba…  “Desde niña, de manera innata era reivindicativa y cuando me decían que no podía hacer algo, lo hacía”, afirma.

 

Nació con parálisis cerebral tras un parto complicado, pero aprendió a leer con tres años gracias a su hermana. Ella y su otro hermano mayor fueron “el motor para salir de mi entorno”. En aquellos tiempos las niñas con discapacidad en el medio rural lo tenían muy difícil, tal y como relata Noelia, que denuncia haber sufrido una triple discriminación por ser mujer con discapacidad en el medio rural, y la que todavía afecta a muchas niñas, a pesar de los avances.

 

 

Le dijeron que nunca iría a la escuela, pero gracias a la intervención de Lola, una maestra a quien recuerda con cariño, Noelia se convirtió en la primera niña en España que superó la Educación General Básica a distancia. En cada etapa de su formación escolar ha tenido que plantarse, rebelarse, pelear por un derecho que reclama constantemente en su relato, porque la formación es la clave de todo, asegura. Para ella no existía ese derecho, o no se respetaba, a priori. En una ocasión llegó incluso dirigirse por carta al propio Felipe González para que la permitieran examinarse de la selectividad aplicando unos tiempos más flexibles que ella necesitaba.

 

Pero antes de eso también tuvo que reclamar su derecho a estudiar en el Instituto; en Huesca no había ninguno accesible y no tuvo reparos en lidiar con todo el ministerio de Educación para poder acceder: “A esa edad no conocía el derecho como tal, era innato en mí, decía que tenía el mismo derecho que los demás a ir al instituto”. Su primera incursión en la escuela ordinaria fue muy dura pues apenas contaba con apoyos: “Los pasillos eran muy largos y llegaba a clase siempre la última, pero terminé COU con la segunda nota más alta de toda la provincia, porque trabajo, trabajo, trabajo, y porque cuando te dicen que no puedes, dices: dame la oportunidad y déjame que me equivoque”. 

 

Noelia quiso además que su experiencia sirviera para que nadie más pasara por esa situación y con el tiempo logró que se adaptaran todos los institutos de la ciudad. La etapa escolar fue quizá la más complicada para ella, que define esos tiempos como ‘complejos’, aunque explica que “mi familia, mis hermanos han tirado de mí hasta el infinito y yo tenía que demostrar que era una más, que no era una niña, y la formación es la clave de la inclusión de las personas con discapacidad, el derecho a elegir, sin dependencias emocionales, porque en la parálisis cerebral se infantiliza mucho a los chavales aunque tengan plenas capacidades cognitivas, porque no se potencia su desarrollo ni su madurez, con sus golpes, y en la vida todo el mundo tenemos que aprender y llevarnos golpes”. 

 

Para acceder a la universidad las barreras eran también constantes, Noelia contaba con una beca, pero necesitaba ir a un colegio mayor adaptado y al final los gastos eran imposibles para su familia, sin embargo su perseverancia y su deseo de aprender la empujaron un día tras otro, estudiando desde casa, al principio con los apuntes de compañeros y después con los temarios escritos que logró tras muchas reclamaciones en la oficina de la universidad encargada de los alumnos con discapacidad.

 

 

En un inciso en su relato, explica Noelia que la gran discapacidad, según un reciente estudio del ayuntamiento de Barcelona, supone un 43% más de coste para las personas, algo que se aprecia en su trayectoria vital. No contaba con muchos recursos económicos, pero sí disponía de otros propios y en cierto sentido más trascendentes, como el esfuerzo, el tesón, y esa rebeldía innata. Terminó la carrera de Derecho y no pudo opositar pues el centro donde impartían las clases era inaccesible, tenía escaleras. De nuevo las barreras...

 

Emprendió entonces la búsqueda de trabajo y se topó con un anuncio de Fundación ONCE, que ofrecía becas a través de FSC Consulting para un máster de empresa, lo solicitó y lo consiguió. “Entonces me vine a Madrid, con dos retos importantes; primero formarme en el mundo de la empresa, que me gustó mucho, y segundo, demostrarse a mí misma y a los demás que tenía capacidad más que suficiente para afrontar una vida independiente”.

 

Y lo logró, y tras realizar el master empezó a trabajar en Fundación ONCE, primero de becaria, pero enseguida con un contrato de trabajo en recursos humanos: “Siempre me gustó mucho la relación interpersonal”. También ha trabajado en Fundosa, y en el Grupo ILUNION. Los primeros 12 años vivía en una residencia de Cocemfe, adaptada a sus necesidades, pero también consiguió independizarse y vivir en su piso en Madrid.

 

Con el tiempo, además, se ha especializado en derechos humanos, en igualdad y violencia de género, porque “soy feminista y he sido mentora de niñas para ayudarlas a que salgan de sus traumas personales y porque la igualdad es equidad y la equidad es dar a cada persona lo que necesita”. Y porque ha vivido situaciones que desea combatir, “en el ámbito rural he visto tantas cosas, mujeres que viven de cuidadoras de sus padres, que no han recibido nunca formación... ¡por Dios!, la formación es la clave para la inclusión y si no hay inclusión no hay una vida plena; dame las herramientas y yo elegiré el camino”, insiste. 

 

 

La clave de la inclusión está en la formación y para la lucha de la mujer la sororidad es esa clave que tanto reclama Noelia. “Lo tenemos que hacer entre todas, por eso es muy importante la sororidad, hablar entre nosotras, tanto entre mujeres con discapacidad como sin ella, porque es bueno tener la percepción de todas; pero sobre todo a las niñas hay que decirlas que tienen derechos, las barreras mentales son las peores, es más limitante que una silla de ruedas o un bastón; las barreras invisibles...” Desea que las mujeres puedan formarse “y desarrollar sus facetas como mujeres, como madres, de pareja, en el plano sexual, incluso del estilismo, que se vea una mujer coqueta, que tenga su personalidad...”

 

Pero también reclama accesibilidad y reivindica un mayor compromiso de los políticos y administraciones: “Qué sentido tiene que se apruebe una ley de accesibilidad universal y los políticos se llenen la boca porque la han aprobado, cuando el plazo de ejecución es tan largo... es pura demagogia, porque además hay que dotarlo de recursos, como ocurre también con la Ley de autonomía personal y atención a la Dependencia... tiene que haber una unión de toda la sociedad civil, del mundo asociativo y del legislador, para que haya una verdadera inversión en accesibilidad”.

 

En la actualidad, Noelia ha dejado de trabajar tras sufrir una caída, pero continúa con su activismo, por eso se ha formado como “coach” y trabaja en el liderazgo para mujeres con discapacidad, en colaboración, entre otras, con la Fundación CERMI Mujeres. Asegura que está muy centrada en planes de igualdad, pero combate con el mismo tesón la violencia: “No podemos permitir que la violencia de género sea un número más, y en mujeres con discapacidad hay mayor incidencia”.

 

Su hoja de ruta es la Convención de la ONU sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad, por eso reclama, también, el acceso al ocio como parte de la felicidad, como un derecho que tenemos todos, y disfruta en sus ratos libres de su gran afición, que es la escritura. Aprendió a leer muy pronto y se convirtió en una gran lectora, pero ahora desarrolla su vena creativa escribiendo, “es el rincón de mi escape”. Su salud ha sido muy precaria, “con muchísimos dolores de mil problemas y diagnóstico erróneos, pero uno aprende a vivir así, vivo con el dolor, hay que seguir adelante; me gusta sonreír a la vida, la vida es una, o te la tomas como viene, o no hay otra”.