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viernes, 01 de mayo de 2020cermi.es semanal Nº 389

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Cuarto de invitados

Isabel Burdiel, historiadora

“Más democracia para la discrepancia y menos ‘centralismo democrático’ vendría muy bien a todos los partidos”

Por Esther Peñas

01/05/2020

Isabel (Maura) Burdiel (Badajoz 1958) despliega en sus palabras, además de un elegante sentido del humor, la precisión de un orfebre y una mirada de brocal amplio. Esta catedrática de Historia Contemporánea de la Universidad de Valencia, especialista en historia política y cultural del liberalismo europeo del siglo XIX, recibió hace nueve años el Premio Nacional de Historia por una biografía de Isabel II. Es la segunda mujer en obtenerlo. Ha reflexionado con hondura en personalidades como la feminista Mary Wollstonecraft, su hija  Mary Shelley, o la escritora Emilia Pardo Bazán. Su consejo en tiempos de reclusión es luminoso: “Mantener un optimismo lúcido y actuar en la dirección de lo que queremos que sea el mundo que viene”.
 
Isabel Burdiel, historiadoraLos políticos que ocupan hoy el Congreso de los Diputados, ¿se acercan más a la agudeza política de Narváez o a la irresponsabilidad de Isabel II?
 
Creo que no se pueden hacer ese tipo de comparaciones transhistóricas  y globales. Creo que hay políticos muy diferentes entre sí (más o menos responsables y preparados para su labor) pero la diferencia fundamental es que el de ahora es un Parlamento basado en el sufragio universal y en un régimen democrático, cosa que no era así durante el reinado de Isabel II: sufragio censitario y solo masculino, monarquía constitucional y no parlamentaria, etc. No existe posibilidad de comparación entre un sistema político y otro. En todo caso, a los políticos y en concreto a los diputados hay que exigirles responsabilidad y la preparación necesaria y no siempre se cumplen los dos requisitos básicos.
 
¿Quedan figuras de la talla de Donoso Cortés o Salustiano Olózaga?
 
Como he dicho antes, la comparación no es posible. En todo caso, echo de menos una mayor preparación intelectual y profesional. Donoso y Olózaga (tan opuestos) la tenían. 
 
¿Por qué los historiadores quedan relegados en el debate político (y entiendo político como todo aquello que nos afecta), a diferencia de lo que ocurre, por ejemplo, en Francia?
 
Ésta es una cuestión importante. Se ha creado una esfera pública de discusión en la que han primado (no siempre, claro) la “gente que opina” sobre los expertos. Esto es muy evidente, y letal, en el caso de la ciencia. También lo es respecto al papel fundamental de la Historia en una sociedad madura y que es capaz de reflexionar sobre su pasado para entender el presente y planear el futuro.  Espero que eso se corrija. Francia es una sociedad que tradicionalmente tiene más respeto por la cultura (y por la política, en su sentido más noble) que España.
 
¿Qué aportan los estudios biográficos al conocimiento de la historia?
 
Nos aportan la dimensión de cómo se experimenta la Historia en el ámbito individual y cómo se puede contribuir, o no, individualmente a su evolución. Nos aporta una visión más plural y más democrática del pasado, siempre que no se entienda la Historia como producto únicamente de las decisiones de los grandes personajes.
 
¿Qué papel juega el azar en el devenir histórico?
 
En cada caso, ante cada situación, puede ser distinto. Hay momentos o cuestiones en el que los determinantes económicos, sociales o políticos, son tan enormes que reducen el papel del azar. En otros es mayor. El azar (incluso) hay que analizarlo en el contexto en que se produce o que, en parte, lo explica. Estudiar el azar y sus consecuencias es apasionante, en todo caso. 
 
Como mujer, ¿se siente más próxima al feminismo francés –Kristeva, Le Brun-, al movimiento Mee Too, o al de los márgenes –Paglia-?
 
Isabel Burdiel, historiadoraMe siento próxima a un feminismo, de arranque ilustrado, que trata de ofrecer a los hombres y a las mujeres las mismas oportunidades de ser, de actuar, de aspirar. No creo en ese feminismo llamado “de la diferencia”, que ensalza unos supuestos “valores femeninos” frente a “la violencia masculina”. Creo que las mujeres son tan diferentes entre sí como lo son los hombres y que la igualdad real es la que permite a cada individuo desarrollar su propio potencial y, desde él, apostar por la solidaridad y la cooperación. Y nada de fundamentalismos excluyentes. 
 
La imaginación en un historiador, ¿es tan importante como en la creación?
 
Creo que hay que combinar el conocimiento de lo que nos ha llegado (documentalmente) del pasado con la voluntad de “entender”, ponerse en el lugar, de esas personas tan distintas a nosotros (y en parte tan iguales) que poblaron un mundo que ya no existe, pero que ha dejado sus huellas. Personas que intentaron entender el mundo que les rodeaba y vivir sus vidas en él. No sabemos cómo era la gente del pasado (los personajes de nuestras historias) pero podemos entreabrir una puerta de entendimiento a cómo veían su mundo. Al menos eso espero y sobre esa convicción trabajo.  
 
El futuro a medio, largo plazo, ¿lo ve distópico?
 
Está en nuestras manos, al menos en parte, que el futuro no sea una distopía. Realmente creo que de esta crisis debemos aprender a ser más inteligentes y mejores moralmente. Es difícil claro, pero hay que mantener un optimismo lúcido y actuar en la dirección de lo que queremos que sea el mundo que viene.
 
Pienso en la expulsión de Lidia Falcón de IU. ¿Lo de la discrepancia se lleva tan mal por ser español o es un rechazo inherente a los humanos?
 
Creo que hay que intentar no tener una visión fatalista, negativa y esencialista de lo que es “ser español”. Discrepancias hay (y ha habido) muchas y muy diversas en todas las sociedades y la diferencia es si se les da lugar legítimo de expresarse o no. Por otra parte, los partidos tienden a ser muy celosos de su unidad de criterio, demasiado. Más democracia para la discrepancia y menos ‘centralismo democrático’ vendría muy bien a todos los partidos. 
 
A este respecto, ¿todos somos tan contradictorios como Pardo Bazán o unos más que otros?
 
Todos somos más o menos contradictorios o ambivalentes. Todos somos híbridos de contextos de relación e identificación. Las identidades excluyentes suelen ser menos “contradictorias” y también más aburridas, en el mejor de los casos, y más violentas en el peor. Pardo Bazán se negó a encasillarse, miró siempre el mundo entre dos orillas y reconoció su existencia y la importancia de ese reconocimiento. Es un personaje realmente rico, apasionante y desconcertante también.
 
¿Preferiría pasar una cuarentena con Isabel II o con doña Emilia? 
 
Pues preferiría pasarla, como hago, con mi familia. Si tuviera que elegir, sin duda con doña Emilia, tendría muchas cosas que preguntarle, muchas incógnitas y dudas que no he conseguido despejar del todo en mi biografía sobre ella.
 
La escuché hace tiempo, a propósito de su biografía sobre Pardo Bazán, que tenía ciertos prejuicios con su figura. ¿En algún caso son necesarios, los prejuicios?
 
No, los pre-juicios no son buenos, aunque en cierta medida son inevitables porque todos vemos el mundo desde una perspectiva o perspectivas que son resultado de nuestra ubicación social, política, de atribución de identidad. Pero precisamente lo que hay que hacer es convertir nuestros pre-juicios en juicios, en razonamientos.
 
Tengo la sensación de que tanto las escritoras y las feministas más jóvenes (Cristina Morales, por ejemplo, la propia ministra Montero) creen que ‘han brotado de la nada’, quiero decir que no se insertan en un discurrir histórico, nunca reivindican a quienes vinieron antes de ellas y abrieron surco. ¿Esto es parte del postmodernismo, este complejo de Adán?
 
El adanismo es consustancial con la juventud y, por lo tanto, con la mezcla entre el entusiasmo y la ignorancia. A estas mujeres, y todo el mundo en realidad, les sugeriría que cultivasen un “entusiasmo educado”, no en el sentido de los modales sino de educación, de la superación de la ignorancia histórica. De auténtica auto-exigencia y auto-reflexividad. Ambas cosas te hacen menos bobamente adánica. Y más eficaz.
 
Pardo Bazán, pero otras como Maruja Mallo, Concha Méndez, Remedios Varo, Carmen Baroja, Zambrano, la Pasionaria (con todas sus aristas, por supuesto)… llegaron a límites que hoy parecen lejanos, en el sentido de que parece que lo único que importa es sorprender, descolocar, no sé si está de acuerdo con esto…
 
Sí, estoy de acuerdo. La iconoclastia está muy bien, y en muchos momentos es necesaria, pero si se agota en sí misma (y se basa en la ignorancia) se queda en manierismo tontorrón, aunque a veces muy mediático. Lo cual es francamente aburrido y francamente peligroso. Una combinación fatal. 
 
¿De quién le gustaría escribir una biografía? 
 
De Juan Valera. Un personaje muy interesante y también lleno de ambivalencias. Me interesa y atrae, y al tiempo me repele. Algo que es un reto intelectual y que me ha ocurrido con casi todos los personajes sobre los que he sentido el deseo (racional) de escribir.
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