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viernes, 05 de octubre de 2012cermi.es semanal Nº 49

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Cuarto de invitados

‘El Hortelano’, pintor

“El Arte es algo que nos recuerda al lugar del que venimos y al que nos iremos tras la muerte”

Por Esther Peñas

01/10/2012

Imágenes: Jorge Villa

Nos recibe en su taller enfundado en un mono de obrero amarillo. Las manchas de óleo extendidas por la gruesa tela le delatan. Predomina el azul en los generosos lienzos dispuestos en una de las habitaciones. Ninguno está acabado. José Alfonso Morera (Valencia, 1954), ‘El Hortelano’, es uno de los protagonistas de ‘La Movida Madrileña’, pero su destreza ha ido modulándose con el tiempo, hasta convertirle en un pintor de culto. Lejos quedan ya esos cuadros plagados de gente al calor de un bar. Hoy se centra en lo que ignora el lenguaje del hombre: la Naturaleza. Numerosos reconocimientos le acreditan, siendo uno de los últimos la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes, concedida en 2010.

Usted que le gusta tanto el agua, ¿se identifica más con un torrente, con una cascada, o con un manantial, un estanque?
Depende del día. Pero es cierto, desde siempre me ha interesado el mundo del agua, tal vez porque nací en Valencia, en el Mediterráneo, e iba a la playa de la Malvarrosa cuando todavía la surcaban las barcas con los pescadores y mi madre les compraba el pescado. El agua es un mundo fascinante... en ella se reflejan todas las formas de la naturaleza. ¿Has leído el libro de Theodor Schwenk ‘El caos sensible’? Es apasionante, te lo recomiendo. Ahí se explica de qué modo el agua contiene la forma de las estrías de los troncos de los árboles, su conexión con la forma de las galaxias. Y mi obra tiene mucho que ver con la naturaleza, las estrellas y el agua. Cuando era pequeño, vivíamos en un ático, desde el que se veían las estrellas. Me han influido muchísimo. El agua y las estrellas. ‘Ouka Leele’ tomó su nombre artístico de una estrella que pinté en un cuadro. El cosmos es el gran motivo de mi vida.

¿Qué es lo que más le emociona a los ojos de pintor?
Como pintor y como ser humano, la belleza de la Creación. Es algo que me emociona cada día.

Por cierto, he oído que era un estudiante poco aplicado…
No sé… En el colegio no jugaba al fútbol porque prefería ver un hormiguero. Podía estar horas mirando un hormiguero. O telas de araña. Todos esos mundos me maravillan. Ahora he estado en Finlandia, y me he pasado siete y ocho horas mirando la belleza de los osos. También me dediqué a estudiar a los gorriones. Durante cuatro años leí todo lo que se ha escrito sobre ellos, en español y en inglés. Es maravilloso. Y son muy variados, frente a lo que podemos pensar. Para que te hagas una idea, en Finlandia, por ejemplo, son mucho más gordos porque necesitan almacenar grasa. Por el frío. Pero no es que fuera mal estudiante, es que me interesaban otras cosas.

Y en casa, cuando dijo que quería dedicarse a la pintura, ¿tuvo muchas objeciones?
Ninguna, no, al contrario. Lo único que me pidieron mis padres es que, escogiera lo que escogiera, fuera feliz, y que fuera de los mejores en mi oficio. “Sé bueno en lo tuyo y ten cariño a tu profesión”, me dijeron. Nunca estudié Bellas Artes, pero me preocupé por trabajar muchísimo; gracias a Dios, he tenido una habilidad innata para el dibujo y la pintura. ¡Hasta me sacaban los curas a la pizarra para que les ayudase en clase! Claro, luego me ponían una matrícula de honor. Cuando era un chaval, me iba a ver al Equipo Crónica, en la calle Turia, aún me acuerdo, y allí se me pasaban las horas, aprendiendo. Por eso, cuando me preguntan, siempre doy el mismo consejo: el que quiera ser artista, que trabaje. Estoy en contra de la carrera de Bellas Artes. Lo que quiero decir es que es muy difícil que alguien que no está en tu mente te diga si lo que haces es bueno o no. Una carrera mal enfocada te puede arruinar el talento.

Da la sensación de que entonces, durante La Movida, había una fusión de disciplinas, una mayor comunicación entre artistas venidos de diferentes ámbitos…
Te entiendo… pero es que han cambiado mucho los tiempos, el arte tiene más que ver con el dinero, se ha perdido el amor por la profesión… con la sociedad de la información, hay una especie de signo de los tiempos, se ven muchas exposiciones parecidas, que no aportan nada, se ha extendido el virus de las instalaciones...Yo ya no voy a ver exposiciones porque muchos artistas creen que han descubierto América y lo que hacen es viejísimo... falta cultura artística. El problema está en que se ha implantado una estética homologada, y casi nadie hace algo revolucionario.

¿Qué podría considerarse revolucionario hoy en día?
Para mí, lo más revolucionario es pintar un buen cuadro sobre lienzo. Lo más revolucionario y lo más difícil. Lo fácil, montar una instalación.

El último libro de Vargas Llosa, ‘La civilización del espectáculo’, afirma, entre otras cosas, que se han eliminado los baremos de lo artístico, de tal modo que todo vale en el Arte…
Ése es el tema, que la gente piensa que todo es arte. Además, el gran problema del Arte es que está en manos de grandes coleccionistas que tienen muchos millones pero nada de conocimiento artístico, por lo que se dejan aconsejar por sus asesores. De esa manera, siempre compran sobre seguro, nunca apuestan por lo arriesgado. Ésa es la madre del cordero. Por eso yo ya no voy a exposiciones. Me ahorro energía y tiempo. Lo siento. Es así.

Es triste que uno tenga que tomar esa determinación…
Es que últimamente sólo los clásicos merecen la pena, Redon, Blake… El 95 por ciento de los contemporáneos no me interesan, me agotan, me aburren, me cansan. No puedo más con las instalaciones tontas. Sí es triste, ya me gustaría que fuera de otro modo.

Es que sorprender a un tipo como usted que en su primera exposición, ‘Moda’, en la Galería René Metrás de Barcelona, se presentó en ambulancia y con una lubina por corbata, requiere una imaginación digna de Jardiel o de Gómez de la Serna…
Estamos hablando de 1980. Yo ya hice esas cosas. Por eso, ahora me aburren. Porque no son modernas. Por cierto, que entonces descubrí que hay un mercado negro de ambulancias… Ah, es fundamental el sentido del humor. El universo mismo no deja de ser una inmensa broma.

¿Hay diferencias creativas a la hora de realizar un encargo?
He hecho pocas cosas por encargo, y siempre había mucho cariño por medio. Por ejemplo, la portada de ‘Al calor del amor en un bar’, de Gabinete Caligari, la del disco ‘Lo que no está escrito’, de Jaime Urrutia, el de ‘Tierra’, de Radio Futura, ‘Mira que eres canalla, Aute’, y alguno más.

Veo pocos rasgos humanos en los cuadros de su taller…
Yo ya tuve una época muy urbana, durante ‘La Movida’. Entonces, mis cuadros estaban plagados de ciudades, de gente, de semáforos, de pasos de cebra, de cigarrillo, de edificios, de bares... después me cansé, y me detuve en la naturaleza.

El origen.
Sin duda. Ahora no pinto nada hecho por el hombre. Son cuadros intemporales, en los que me complico la vida, porque mi reto es pintar siempre de una manera nueva.

¿Cuánto tiempo le lleva un cuadro?
Años. Ten en cuenta que pinto al óleo, y los míos son cuadros que llevan treinta o cuarenta capas de pintura. La pintura es una cosa mágica, mantiene un misterio increíble, el poder de la imagen. Pero siempre estoy pintando. O dibujando. Sobre todo en mis viajes. Cuando estuve en África, pude comunicarme con la tribu de los San, los bosquimanos, gracias al dibujo. El dibujo remite a lo básico del ser humano. Ahora han descubierto que la Humanidad viene de allí. De los bosquimanos. Es alucinante.

Si los bosquimanos son alucinantes, ¿qué es el Arte?
Algo que no pasa de moda nunca. Las Cuevas de Chauvet o las de Altamira, o Las Meninas son intemporales, eternas. Con la ciencia y la tecnología no ocurre lo mismo. Dentro de diez años, todo lo que ahora nos parece asombroso se habrá quedado desfasado. El Arte es algo que nos recuerda al lugar del que venimos y al que nos iremos tras la muerte.

¿Cómo se sabe cuándo está listo un cuadro, cuando uno debe dejar el pincel?
Un cuadro es un ser vivo. Yo hablo con ellos, y ellos me responden. Es el propio cuadro el que te dice ‘Ya’.

Y cuando concluye un cuadro, ¿siente alivio, descanso, o un cierto desánimo?
Terminar un cuadro me produce una mezcla de alegría y de ansiedad por volver a empezar a pintar. Al fin y al cabo, siempre buscamos el cuadro perfecto, el que no existe, y por el que seguimos pintando. Cada cuadro respira de una manera determinada, unos son brillantes, como una feria de colores, otros, más oscuros.

¿Qué me dice de las épocas de sequía creativa?
Que, gracias a Dios, nunca las he tenido.

¿Ni siquiera se le ha resistido un cuadro, alguno que haya tenido que dejar por imposible, divorciarse de él sin remisión posible?
No… hay cuadros que dejo que descansen, y después lo cojo, al tiempo. Pintar es complicado, y cada cuadro requiere su tiempo. Depende por dónde te vayas con el lienzo. El lienzo en blanco ofrece muchísimas oportunidades, tienes muchos caminos que recorrer pero sólo puedes quedarte con uno. Ahí está el milagro, la magia.

Entonces presupongo que tampoco conoce la tentación de tirar la toalla…
No. Para nada. Los honores del mundo se quedan fuera cuando entro en el taller. Y me pongo a trabajar. Es lo único que me importa. No el éxito, el dinero, la fama.

¿Por qué le atraen tanto pictóricamente las manos?
Tengo una serie, ‘Humano’. Todo empezó cuando iba navegando en una barca por Finlandia. Vi una mano con sangre y tierra prehistórica, puesta allí. La huella estaba súper alta, por la glaciación, y era una pintura rupestre. En realidad me di cuenta de que ésa es la primera firma artística que existe, la mano impresa en una roca, una gruta... Así comencé una serie, que debe de llevar como 120 cuadros, con vistas a hacer una gran exposición y un libro bien editado. Un libro potente. Sin catálogo, las exposiciones no me interesan.

Chesterton nos narró las peripecias del hombre que fue Jueves pero, usted, ¿por qué quiso ser miércoles?
Jajaja. No conocía ese libro de Chesterton. ¿Has leído mi libro? ¿Lo tienes? ‘Quiero ser miércoles’. El título viene por el rollo de Robinson Crusoe, ya sabes, el perro. Y porque el miércoles es un día un poco tonto, ahí, en medio de la semana…

¿La constancia o hegemonía de un color en la obra pictórica de alguien de qué dependen, de un estado anímico, de la vinculación cromática con una idea..?
Cada pintor tiene sus preferencias… A mí me gusta mucho el azul, el azul cobalto, el azul lapislázuli, el azul ultramar, el amarillo de cadmio, el rojo bermellón… también utilizo mis propios inventos para los colores, mezclas especiales para que brillen más o menos. Gracias a Dios, a mí me funcionan.

Ha mentado varias veces a Dios…
No me creo más importante que nadie por creer en Dios, pero sí, creo en Él. La vida está llena de una magia y de una historia que te conduce a pensar que hay algo más de lo que vemos, algo que nos supera. Yo lo ví claro cuando murió mi madre. Y tengo la certeza de que cuando me muera iré a otro lugar, pero que esto no se acaba. Yo no me acabaré. Nadie se acabará con la muerte.

Y también ha mencionado en varias ocasiones a sus padres…
¡Es que les debo todo! Mi padre, José Morera, era farmacéutico, y analista químico, y el primer regalo que me hizo fue un microscopio. Se convirtió en la ilusión de mi vida. Yo era muy pequeño, pero entonces supe que quería ser artista. Empecé a ver por aquella lente gotas de agua, de azúcar, alas de moscas… un mundo nuevo se abría para mí, y era maravilloso. Fue un descubrimiento. Me influyó mucho en mi obra. Y el telescopio también. Ambos llegan al mismo punto: Dios. Con el microscopio ves los glóbulos blancos, los rojos, los microbios… y estamos hablamos del cosmos. Con el telescopio ves lo mismo. Un buen plano de la sangre te lleva a la imagen del universo. Y de mi madre, Cándida Ortiz, que era poeta, y rapsoda muy buena, con muchos libros publicados (algunos de ellos ilustrados con cuadros míos) heredé el amor por la poesía, por la poesía de lo cotidiano.

Como ha vivido en varios países durante largas temporadas  la pregunta procede. ¿Cómo en España, nada?
Sin ser chauvinista, en España se vive muy bien, sobre todo por la alimentación y el clima. La pena es la situación actual, que no nos la merecemos.

¿Qué prerrogativas tiene ser pintor?
Bueno, conoces a muchísima gente, te permite viajar, es muy divertido, y te aporta mucho. A mí me permite relacionarte con el mundo de un modo alucinante.

¿Si no hubiera podido vivir de la pintura dónde estaría?
Hubiese pintado de todos modos, pero tal vez me hubiera dedicado a la Biología. Empecé estudiando Farmacia, pero lo dejé, no me veía con una bata blanca…

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