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viernes, 03 de julio de 2020cermi.es semanal Nº 398

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"4,32 millones de personas con discapacidad,
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Cuarto de invitados

Joaquín Araújo, naturalista

“El bosque es un magnífico psiquiatra”

Por Esther Peñas

03/07/2020

Acaso después de Félix Rodríguez de la Fuente, con quien publicó Enciclopedia Salvat de la fauna ibérica y europea, pocos naturalistas han sido tan pedagogos y tan carismáticos como Joaquín Araújo (Madrid, 1947). Además de numerosos libros, su voz se escucha con asiduidad en RNE, y su escritura en las distintas caberas de los periódicos. Es presidente de ‘Proyecto Gran Simio en España’ (que defiende los derechos de estos animales), y autor y productor de un sinfín de contenidos televisivos de carácter científico. Su labor ha sido reconocida por la ONU. Los árboles te enseñarán a ver el bosque (Crítica) es su último ensayo, una invitación a reencontrarnos con nosotros mismos a través de este espacio natural y simbólico, el bosque.

Joaquín Araújo, naturalistaDéjeme empezar por lo casi inmediato: ¿Cómo ha afectado a los árboles y a los bosques el covid?
 
De forma favorable, como a todos los aspectos de la naturaleza; tengo la inmensa suerte de vivir en un bosque, de gozar de espacios libres y abiertos y de haberlos estudiado con profusión, y no recuerdo un periodo tan fecundo como esta última primavera. Esta suerte de retirada masiva del ser humano de los campos con la consiguiente libertad de movimiento y de propagación para las distintas especies, las singularidades climatológicas favorables (ha sido una primavera con unas temperaturas aceptables y bastantes precipitaciones) han provocado unos brotes más intensos. Todo ello se resume en que, si normalmente, estos últimos decenios, el árbol crecía cada temporada de renovación, es decir en la primavera, 4 o 5 centímetros, pongo por caso, este año lo ha hecho tres veces más, por no hablar de que, a lo largo del confinamiento, han salvado la vida no menos de dos millones de vertebrados…
 
¿Dos millones?
 
Sí, al menos, esa es la cifra aproximativa de vertebrados que hubiesen muerto en carreteras, autovías, autopistas, trenes, aviones… mueren muchísimos pájaros, anfibios, mamíferos… claro que la nueva normalidad no ha modificado esto, y siguen muriendo animales por este tipo de accidentes, sobre todo crías, que empiezan a volar, a correr. Así que, por cerrar, la pandemia ha sido trágica para nuestra especie y favorable para la naturaleza.
 
Leyendo el libro queda claro que todos los árboles son necesarios pero, ¿hay árboles malos?
 
Hay árboles que tienen sistemas de defensa que son peligrosos para el ser humano, uno en concentro que vive en las zonas tropicales del nuevo mundo que puede matar solo con tocarlo. Pero teniendo en cuenta la cantidad de árboles que hay y la variedad de especies, sustancialmente son de lo más amistoso y favorable para la vida. El árbol es el tesoro del planeta.
 
Hay pocos lugares tan simbólicos como el bosque. Además, usted sitúa en él el origen de todo…
 
Sí, solemos olvidarlo, como solemos olvidar casi todo lo esencial, pero somos como somos porque algún día fuimos bosque. Ten en cuenta que hasta la aparición de nuestra especie nadie es sino lo que se le permite ser. El contenido y el continente son ineludibles; cuando se entienden las relaciones básicas desde el punto de visto ecológico, uno se da cuenta de que uno es lo que respira, lo que come, lo que bebe. Por tanto, nosotros, dentro del cuerpo evolutivo, somos bosque porque se calcula que seis millones de años estuvimos evolucionando dentro de los bosques, y solo llevamos unos doscientos mil años fuera de ellos...
 
Solo…
 
Solo… por eso somos un producto evolutivamente del bosque.
 
Me viene a la cabeza el libro de Úrsula K. Le Guin, El nombre del mundo es Bosque.
 
Es que es lo más prodigioso que hay en el planeta, lo que más ha influido en nuestras condiciones de habitabilidad, lo que ha creado la mayor multiplicidad vital y lo que nos sostiene; es real la metáfora de que los árboles sostienen al cielo. Es absolutamente real, tanto por su su significado poético como por el científico. 
 
Las raíces ¿son el inconsciente de los árboles?
 
Sí… es una buena aproximación, son lo invisible y lo esencial, donde se esconde el porvenir del árbol y con ello buena parte de la vida del planeta; es donde hay aspectos tan sorprendentes que parecería magia de lo bellos y perfectos, por mucho que el antropocentrismo nos sitúe en un orgullo distanciador. Por ejemplo, las raíces tienen memoria, las raíces exploran, buscan, sostienen, alimentan, comunican, entre sí mantienen íntimas relaciones con otros elementos esenciales para la vida, respiran, beben y desmenuzan la tierra, crean el suelo… son el ámbito de la gran simbiosis con los hongos, fundamental para el resto de lo viviente. Es una suerte de gran cocina que podríamos llamar trastienda o inconsciente como tú dices, que ilustra lo importante que no se ve.
 
¿Es el fuego el peor enemigo de los bosques?
 
portada de 'Los árboles te enseñarán a ver el bosque' de Joaquín Araújo, naturalistaNo, es el ser humano, y dentro de las potencialidades del ser humano es más arrasador el distanciamiento, la indiferencia, la ignorancia que se practica con tanto ahínco y tan propia de los humanos, la ignorancia de lo que es importante. Nos consideramos extraordinariamente sabios por tener enciclopedias, diccionarios y la soberana estupidez de la Wikipedia, pero no sabemos de dónde venimos, lo que necesitamos realmente, e ignoramos la mayor delicia de este mundo que es la belleza gratuita de lo que hace la naturaleza, ignoramos todo lo que está sucediendo, el daño que hemos causado. Esa es la principal enfermedad del bosque. En paralelo, por cercanía, esa indiferencia, ese distanciamiento, ese alejamiento voluntario, esa ceguera buscada y manipulada, ese referir lo peor de nosotros se convierte en hacha y en llama y en algo que normalmente es poco difundido: en enfermedades de los árboles, algo demoledor porque se relaciona directamente con la amenaza de colapso, de catástrofe climática, y crea una situación espeluznante: la vacuna contra el cambio climático está debilitada. Los bosques están enfermos, por tanto la medicina está enferma. Necesitamos bosques grandes, sanos, para que nos ayuden a combatir la enfermedad global del planeta, la catástrofe climática.
 
De entre las sabinas de Calatañazor, los cerezos del Jerte, las hayas de Irati… ¿por cuál siente predilección?
 
Casi por lógicas razones, si se tiene un mínimo de información, cultura y sensibilidad, todos tendríamos que responder la encina, el árbol que ha creado los paisajes españoles; la encina, el más hermosamente lento, el más solemnemente bello, el árbol matriarcal por excelencia. He propuesto muchas veces que fuera declarado árbol nacional. Tendría que aparecer incluso en la  Constitución. Son muy bellamente austeras, filósofas, las encinas.
 
Habla mucho usted de eso, de austeridad, de pedagogía del ahorro a propósito del bosque… 
 
Como periodistas hay que llamar la atención de vez en cuando, y soy un provocador: hasta que los árboles no sean catedráticos de economía, nuestra economía no estará saneada ni será aceptable. Hacen, los árboles, lo contrario que el sistema ultraliberal capitalista en el que estamos: nunca contraen deudas, nunca consumen aquello que no pueden reponer, y siempre ahorran, no sólo para sí mismas sino para el conjunto de la sociedad. Imagínate que los bancos repartiesen dividendos no ya en obra social, como hacían cajas de ahorro, sino haciendo un reparto equitativo entre toda la población… imagínalo. Eso mismo es lo que hacen los bosques. Como dijo Whitman, “el árbol nunca solo es para sí mismo”. Así que, en medio de la cultura del todo para mí, de quienes se creen que se hacen a sí mismos, de la acumulación, del triunfo individual, el bosque nos ofrece su ejemplo de donante permanente.
 
Dígame un árbol en cuyo regazo jurar amor eterno, y otro bajo cuyas hojas curar las penas de amor…
 
Estoy convencido, además de por una anécdota personal, de que en la glorieta de los tilos del Real Jardín Botánico de Madrid han surgido miles de historias de amor, primeros besos, declaraciones, pedidas de matrimonio… el Botánico es un jardín urbano de una belleza extraordinaria. En cuanto a la parte melancólica, para restañar o curar amores me iría a la más profunda de las selvas para emborracharme, a la selva primaria, a la más primaria, en el corazón del Amazonas, que resulta una escandalosa fiesta de vivacidad efervescente, de fuegos artificiales, de música, de barra libre… 
 
Cuando pensamos en los bosques o los árboles, en realidad cuando meditamos sobre la naturaleza, solemos hacerlo en tres de las cuatro estaciones. ¿Qué bondades tiene el invierno que tanto nos cuesta ver?
 
Qué bella pregunta. El invierno tiene extraordinarios atractivos, características que olvidamos; para empezar, es un periodo de reposo. Nosotros vinculamos nuestro descanso al tiempo cálido del verano, pero la naturaleza descansa en invierno. Hay que pensar que el bosque se va a un balneario a descansar durante los meses fríos, a bordo de una solemnidad silenciosa que también implica un descanso. No se nos olvide que lo más contaminado que tenemos los seres  humanos, incluso más que los pulmones por la contaminación atmosférica, son los tímpanos. Por el ruido. El invierno trae silencio… y el silencio es una categoría de las más creativas, como sabe todo músico o todo poeta. El silencio es el manantial. En cuanto al aspecto, nada rejuvenece tanto al paisaje como una buena nevada, que si es lo suficientemente generosa llega a borrar las huellas del ser humano del paisaje. Desaparecen las huellas, pero también los caminos, parte de los vallados, la cuadriculación artificial, y te da un paisaje anterior a las infraestructuras. Es algo maravilloso. Me apasiona poder dedicarme a uno de los más antiguos oficios de nuestra especie: seguir la pista. Con la nieve, me paso horas detrás de ciervos, conejos, lobos y linces. La nieve en invierno es un registro de todo lo que ha pasado alrededor. 
 
¿Por qué hay que meter la mano en el estiércol?
 
Para no olvidar que para alimentarnos necesitamos la fertilización, que cierra el ciclo de los nutrientes más importantes desde el punto de vista de la naturaleza. Para ser conscientes de la parte de la materia orgánica que viene del proceso metabólico que se retroalimenta: es fascinante, todo es cíclico, todo empieza donde termina y todo termina donde empieza… yo mismo mantengo una pequeña ganadería de cabras, yeguas, gansos y gallinas más por mantener el estiércol que por los productos directos que me dan esos animales, para poder  cultivar de acuerdo a los procesos orgánicos… si queremos ser poéticos hablaríamos de humus, tierra, de donde procede la palabra hombre, al igual que el nombre hebreo de Adán. 
 
¿De qué nos cura el bosque?
 
De todo. Ten en cuenta que la mejor cosecha del bosque es el sosiego, nos olvidamos, de nuevo, por nuestra suprema ignorancia, de que mentalmente es como estamos más enfermos. Los psiquiatras advierten de que la mitad de la humanidad es neurótica, de que el estrés y ansiedad crecen… todo lo que nos serene, lo que nos haga más lentos y sosegados es fundamental. Por eso el bosque es un magnífico psiquiatra. Y nuestra gran farmacia: el 80% de lo que nos cura procede de la vegetación, fundamentalmente del bosque. 
 
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