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CERMI.ES semanal el periódico de la discapacidad.

viernes, 09 de enero de 2015cermi.es semanal Nº 150

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Cuarto de invitados

Juan Carlos Pérez de la Fuente, director de teatro

“Montar a Shakespeare o a Chejov está muy bien, pero mejor apostar por los nuestros”

Por Esther Peñas

09/01/2015

Imágenes: Jorge Villa

Lo suyo, en el ámbito privado, es la aventura, de otro modo no se entiende que haya impulsado montajes como ‘Asamblea general’, de Lauro Olmo, ‘La viuda es sueño’, de Tono y Llopis, o ‘¿Dónde estás, Ulalume, dónde estás?, de Alfonso Sastre. Durante su paso por el Centro Dramático Nacional –ocho años- revolucionó a la crítica y al público con títulos como ‘Pelo de tormenta’, de Nieva, o ‘Carta de amor’, de Arrabal, y ganó una ardua batalla contra las termitas, que habían invadido las instalaciones del María Guerrero. Desde julio de 2014 dirige el Teatro Español, con vocación bizarra e internacional y la faltriquera de los propósitos a rebosar. Uno de sus proyectos es llevar a las tablas la versión que del Quijote le ha encargado a Arrabal. Con una peculiaridad: Quijote y Sancho han de ser dos mujeres. Juan Carlos Pérez de la Fuente (Talamanca de Jarama, 1959) nos recibe en su despacho, cuya ventana, con vista, ya saben, a la Plaza de Santa Ana, lleva el nombre de Arniches.

Juan Carlos Pérez de la Fuente, director de teatro¿Cuántos problemas entran cada vez que alguien abre la puerta de este despacho?
 
Jajaja, sí, todo el mundo entra con problemas, esto parece el camarote de los hermanos Marx, en ocasiones… claro que a mis 55 años ya tengo un poco más de experiencia que cuando estaba en el María Guerrero, hace veinte; conozco algo más de estas casas, que son maravillosas, pero están llenas de seres humanos que necesitan recursos… además tienes que convencer a mucha gente, al final todo se trata de seducir, el propio teatro es una seducción… Y a veces basta un simple gesto: por ejemplo, salir esta Navidad a la plaza, recordar a la gente que existimos, que ellos también son parte del teatro… el teatro es un lugar vivo… Ah, estoy dispuesto a recuperar el género frívolo, que está denostado, pero tiene autores bárbaros.
 
Como Álvaro Retana…
 
Sí, que fue también un gran figurinista. Somos el país del olvido... Estamos trabajando con Alaska para recuperar esa época, vamos a escribir algunos textos. Ten en cuenta que Madrid fue una ciudad donde el cuplé, el género ínfimo, como se llamaba, lo frívolo acampaba en garitos maravillosos y todo eso se vivió a la altura de París, hasta la llegada de la revista. Eso va a estar aquí también, espero poder hacerlo todo.  
 
La mayor responsabilidad de dirigir una nave como ‘El Español’, ¿cuál es?
 
Saber que hay muchas generaciones de autores, de creadores, esperando mucho de este teatro, no quieres defraudar a nadie, pero tienes espacios y tiempos limitados; desde que llegué, en 2014, tenemos a tantos autores sin estrenar, tanta deuda de nuestro propio repertorio que llegas a tener ansiedad porque quieres solucionar lo que durante muchos años no ha tenido respuesta. Miras a otros países, a Francia, por ejemplo, con su repertorio montado, y te da envidia… en España nos cuesta tanto… si Antonio Buero Vallejo fue tan importante como dijeron, ¿cómo es posible que llevemos veinte años sin montarlo? Y así no hay forma, pasan generaciones y no saben quién fue Buero Vallejo o Max Aub… la responsabilidad mayor es no tener complejos para montar nuestro teatro sabiendo que no vas a cerrar las puertas a la gran dramaturgia universal. Un teatro público existe porque tienen una responsabilidad frente a los creadores de cada momento, y a veces eso no lo hemos cumplido. Me hubiera gustado heredar una casa con un repertorio, pero no ha sido así, de tal manera que tendré que encargarme de hacerlo yo.
 
¿Tenemos complejo de inferioridad?
 
Sí, tenemos complejo, desde luego, no asumimos que si alguien en Europa tiene un legado importantísimo es España. En estos momentos de crisis está bien buscar quiénes somos a nivel industrial, pero en el ámbito cultural nadie nos puede toser, y nuestros políticos han de apostar por la cultura, y unirla al turismo. Por ejemplo, ojalá trabajásemos conjuntamente para que los millones de personas que recibe Madrid al cabo del año también vinieran a ver nuestro teatro, nuestro conciertos; la cultura no solo es la piedra o el lienzo, somos una primera potencia a nivel teatral, y nuestros montajes tienen que verse fuera, hay que salir, un montaje del Español tiene que estar en Berlín, en Nueva York, en Londres… es como esos padres que saben que la mejor herencia que les pueden dejar a sus hijos es la educación y la cultura. No son bienes materiales, pero te ayudan en la vida. A los españoles nos falta apostar por la cultura de una manera rotunda, y no estoy hablando de política, ni sólo de los clásicos, Madrid es un hervidero de nuevos talentos cargados de ideas, que mira a la crisis de frente.
 
Si hace veinte años que no se levanta un texto de Buero, de Echegaray, nuestro primer Nobel de Literatura, ni pregunto…
 
Juan Carlos Pérez de la Fuente, director de teatro
Tuve una compañía en el Banco de España (donde comencé trabajando de ascensorista, a los quince años) y allí creé una compañía de teatro que se llamaba precisamente Echegaray, que como sabes fue ministro de Hacienda y le dio al Banco de San Carlos la potestad de convertirse en Banco de bancos. De hecho, en el corazón del Banco de España hay una estatua impresionante de Echegaray con las máscaras del teatro, y la gente se queda impresionada cuando la ve, porque no entiende qué hace ahí. En este país todo lo vemos por el tamiz de derechas e izquierdas. La ideología es una parte importantísima, pero cuánta gente no se adentra en los textos de autores cargados de tópicos… como Jardiel Poncela. Con mi empresa privada monté una obra suya muy cara, con doce actores en escena, y nos fuimos a Barcelona, al ‘Romea’. Algún periódico tituló: “Ha llegado un autor fascista”. No sabe usted de la misa a la media, ¿qué sabe de la vida de Jardiel, una de las vidas más convulsas de nuestro teatro? Jardiel tendría que estar entre los grandes comediógrafos  del mundo, porque fue un revolucionario del arte dramático, que hizo maravillosas y visionarias maquetas para los grandes musicales, con escenarios giratorios, movibles… pero somos como somos… tenemos que destruir todo lo nuestro y sólo si alguien de fuera llega y dice “oye, esto no está mal”, empezamos a considerarlo… somos un país cainita, confundimos la competitividad con la envidia. Hay que decir lo que fuimos, lo que somos y lo que queremos ser. La primera inyección para curarnos es la de la actitud.
 
¿Qué es más peligroso, las termitas o la burocracia?
 
Jajaja… ambas son potentes… la etapa de las termitas fue muy dura, casi tanto como la del Olimpia, que estaba construido con materiales de derribo y todos los informes de todos los arquitectos nos dijeron que se iba a caer. Conseguí uno de los grandes acuerdos culturales de este país, entre el Ayuntamiento de Madrid y el Ministerio de Cultura. Gracias a él se construyó el Valle-Inclán, a cambio de la cesión de los solares donde se levanto el Price.
 
Juan Carlos Pérez de la Fuente, director de teatroPor cierto, ¿ha recibido ya el texto de Arrabal sobre Quijote?
 
No, aún no, me ha prometido que la noche del 31 de diciembre… Cuando suenen las campanas de fin de año, recuerda que habrá un director de teatro leyendo un texto... Surge gran nerviosismo ante un autor como Arrabal, uno de los más importantes que tenemos pero que entraña riesgos… me gustan los riesgos. Acuérdate de cuando monté ‘Pelo de tormenta’, de Nieva, que todo el mundo pensó que era una locura… y lo fue, pero estaba y estoy convencido de que montar a Shakespeare o a Chejov está muy bien, pero mejor apostar por los nuestros… Ahora acabamos de firmar un acuerdo con el ‘San Martín’ de Buenos Aires para, en los próximos años, montar ‘El arquitecto y el emperador de Asiria’, de Arrabal, con un director argentino y actores y actrices españoles, y yo haré ‘El cerco de Numancia’, de Cervantes, con actores argentinos… En España enterramos muy bien, grandes titulares, apertura de telediarios… pero no disfrutamos de nuestros artistas cuando están vivos. Ah, quiero traer una exposición sobre Arrabal que se hizo en el Pompidou, ‘Cien poemas escultóricos surrealistas’. 
 
¿Hay montajes imposibles?
Hay montajes difíciles, caros, complicados… pero no imposibles. Uno tiene que tener sueños… Jardiel, por ejemplo, se arruinó con alguno de sus montajes. En plena posguerra traer un texto que habla de la vida de Hollywood dice mucho… es un texto que no se ha montado nunca, con en ese final que acaba en drama y que, según va cayendo el telón, concluye con una de las reflexiones más amargas sobre Estados Unidos y el capitalismo… Quiero hacer ese montaje, ‘El amor sólo dura dos mil metros’. Y poner remedio a esa injusticia de que no tenga ni una sola sala que se le recuerde en esta ciudad. Tendrá una, y será en ‘El Español’, ya lo puedes anunciar. 
 
¿Dónde está la línea en la que un montaje deja de ser novedoso y vanguardista y se convierte en perversión del original?
 
Hay perversión cuando no se respeta el texto. Me gusta trabajar con autores vivos, aunque se corren más riesgos. Eso facilita algunas cosas y complica otras muchas. El espíritu de una obra va unido a la palabra, y lo importante al montarla es adentrarse en aquello que quiso decir el autor en aquel momento, y qué quiero contar yo ahora. Desde el momento en que eliges un texto es porque has encontrado algo en él, y lo has hecho con honradez, no lo has pervertido. Los textos son clásicos en la medida que hablan, que siguen hablando, y sabemos todos (una vocecita interior nos lo advierte) cuándo estamos siendo honrados y cuándo hemos traído algo que lo hemos convertido con una especie de aditivo de una obra. Todo está permitido si no perviertes el espíritu de la obra; la utilización de un texto para el lucimiento de un director es nefasta, porque el teatro es un arte colectivo donde todos tenemos nuestro sitio y de eso se trata. Mi vida en el teatro público ha estado unida a los autores y a autores no jovencitos, con algunas páginas muy difíciles, como cuando Marsillach montó ‘El arquitecto y el emperador de Asiria’ y a Arrabal no le gustó, y afirmó precisamente que se estaba pervirtiendo su texto y duró una semana en cartel. O como cuando Buero Vallejo vino a verme con un texto nuevo bajo el brazo y yo le dije que lo que quería montar era ‘La Fundación’. Matan a Carrero Blanco cuando Buero está montando ese texto, que sólo se vio durante la Dictadura, y es un texto importantísmo porque habla del efecto de la inmersión, y está a la altura del distanciamiento brechtiano. Cuando yo la monté, coincidió con el estreno de ‘El show de Truman’, que también habla sobre la manipulación… Cuando quería enfadar a Buero le preguntaba que cuándo montábamos ‘Historia de la una escalera’… y, sin embargo, pocos días antes de su muerte, me pidió que lo hiciera. Así que el ‘María Guerrero’, después de unas obras, se abrió con esa obra.Juan Carlos Pérez de la Fuente, director de teatro
 
Dedicarse al teatro desde el ámbito público, ¿qué dista de hacerlo desde lo privado?
 
En mi caso, a la salida del Centro Dramático Nacional, creé una empresa… cuando un director artístico se pone de productor nunca se va a ganar dinero, te ilusionas con textos, con puestas en escena que son la antítesis de estos tempos en los que todo se hace con pocos actores, para ganar dinerito… en lo privado he sido un loco… en lo público hay que tener muy claro que estás al servicio del teatro de esta ciudad, y digo de esta ciudad y jamás se ha cerrado la puerta a autores de ningún sitio, pero los creadores catalanes, por ejemplo, tienen en los teatros públicos una referencia, y yo quiero que ‘El Español’ también lo sea de los madrileños, porque si no corremos el riesgo de hacer una injusticia, la de que el Español sea de todos menos de los madrileños. 
 
¿Con qué autor se siente más identificado?
 
Con el universo de Arrabal, de Nieva y de Max Aub, sobre todo de Max Aub, quizás porque es el más desconocido. Si uno no estrena no puede enamorar a nadie… hay muchos Max Aub en su teatro, y le dolía España. Son tres autores aparentemente distintos, pero convergen todos en París, en el París de las vanguardias. Y ahora descubro a autores jóvenes, como Conejero o Becerra, que beben sin complejos de nuestros clásicos, al igual que Paco Nieva absorbe la zarzuela, el sainete, el absurdo, lo clásico…
 
Su vida, ¿es puro teatro? 
 
Me gustaría… ahora hace un año que murió mi madre, y se quedó mi padre solo. Ha habido un tiempo en que sí, en que mi vida era puro teatro, porque no tengo vida privada, y sin embargo ahora he reservado un terreno a mi padre, y eso es el teatro de la vida, con sus responsabilidades; el resto mi vida sigue siendo teatro, por eso es frecuente que si pasas a las tres de la mañana por esta plaza veas que hay luz en mi despacho… tiene algo de religioso esta profesión…
 
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