A riesgo de saber que rehúye de los halagos, aprovecho que no podrá enmendar el texto como en los tiempos que dirigió la agencia de noticias Servimedia y yo era un joven becario sobrado de inexperiencia. Le debo mi formación como periodista y mil lecciones de vida en momentos difíciles en los que me ayudó a no rendirme. 

 

No temas, Julián, cierro aquí el capítulo de agradecimientos para ir a la noticia, como me enseñaste. Y hoy Julián Barriga es noticia por doble motivo. El pasado 1 de diciembre, en la localidad cacereña de Trujillo, se celebró su ingreso en la Real Academia de Extremadura de las Letras y las Artes. Un prestigioso y merecido reconocimiento público a un extremeño de pro que ejerce de embajador permanente de tan bella y castigada tierra. 

 

Además, coincidiendo con tan solemne acto, recibió el premio cermi.es 2018 en la categoría de Medios de Comunicación e Imagen Social de la Discapacidad, que otorga el CERMI. 

 

El jurado de los premios valora su trayectoria como “impulsor de una escuela y un estilo periodísticos respetuosos con las personas con discapacidad y favorecedor de su consideración pública como parte valiosa y enriquecedora de la vida en comunidad”.

 

Una “percha” que sirve de excusa para dialogar en público de la actualidad política de nuestro país y conocer su opinión sobre la proyección social que los medios de comunicación ofrecen de las personas con discapacidad.

 

“Hoy”, Radio Nacional de España, Pyresa, EFE, “Pueblo”, “Tiempo”, “Ya”, “Cope”… Ha pasado por las redacciones de infinidad de medios de comunicación en tiempos difíciles y convulsos para la libertad. ¿Qué opina de aquellos que abogan ahora por el revisionismo de la Transición política y de la Constitución del 78?

 

Entiendo que el “revisionismo” es algo distinto a “revisión”. Soy partidario de toda revisión de la Constitución conforme a su espíritu, que es, básicamente, la libertad y la justicia social en base a la búsqueda de grandes consensos. Pero una Constitución por su propia naturaleza aspira a ser permanente y estable. Lo han sido y son las Constituciones de los pueblos más avanzados. Pero, al mismo tiempo, los textos constitucionales tienen que acomodarse a las demandas de los tiempos nuevos. Las sociedades son dinámicas y es necesario atender los nuevos requerimientos sociales.

 

En definitiva, la pretensión de que cada generación haga tabla rasa de los grandes acuerdos constitucionales es irracional y nocivo para el interés general, y me atrevo a decir que peligroso para la convivencia ciudadana. 

 

A más a más, como dicen los catalanes, echar por tierra la Constitución del 78 esconde solo un interés personal de un grupo muy reducido de personas que intentan aprovechar en su beneficio la deficiente aplicación que se ha hecho de la Constitución y, sobre todo, los comportamientos corruptos de una parte muy significativa de la clase política.

 

Durante los años de la Transición fue el primer director de los Servicios Informativos de la Presidencia del Gobierno, bajo mandato de Adolfo Suárez.  Hoy, cuarenta años después, la clase política se coloca como segundo problema nacional según el último barómetro del CIS. ¿Qué está fallando, a qué achaca esa desafección?

 

Efectivamente lo señalaba antes… La clase política, en general, no ha estado a la altura de las circunstancias. Recuerdo que una de las personas más inteligentes de los tiempos de la Transición, Pio Cabanillas, estaba preocupado por dotar de un estatus a Felipe Gonzalez para que, cuando abandonara La Moncloa, no tuviera que volver a la vivienda del barrio de La Estrella en la que vivía con ejemplar modestia. Ya ves como cambiaron las cosas. La clase política no solo no ha sido ejemplar, sino que ha ofrecido una imagen penosa de ambición económica y de tolerancia con la corrupción institucional. De aquellos polvos vienen estos lodos…

 

No es extraño que los españoles tengan una mala imagen de sus dirigentes. En alguna ocasión he dicho que en cualquier equipo directivo de cualquier empresa o de una gran organización hay más talento y probablemente más honradez intelectual que en los equipos que nos gobiernan.

 

Desde 1992 a 2005 ejerció como director general de la agencia de noticias Servimedia. Llegó con el encargo de evaluar su continuidad y la trasformó en la primera y única agencia generalista de información social. ¿Cómo afrontó el reto de hacerse un hueco en el mercado periodístico entre dos gigantes como EFE y Europa Press?

 

Era de sentido común. La ONCE, que ha innovado en tantos campos de la acción social en España, no podía hacer nada diferente en el campo de los medios de comunicación que promover un instrumento informativo especializado en la información social en su consideración más amplia y global. Contamos no solo con la comprensión del equipo que entonces dirigía la Fundación ONCE, sino con su complicidad y con su estímulo.

 

En el periodismo de orientación social, en los primeros años de los noventa, estaba todo por hacer o al menos la dedicación a la información social era una tarea muy secundaria en las redacciones. Y no digamos la información relacionada con las personas con discapacidad…

 

Desde Servimedia tuvimos que convencer a las organizaciones representativas de las personas con discapacidad que necesitaban establecer o mejorar sus canales de comunicación con la sociedad y con las instituciones públicas. Efectivamente, llegué a Servimedia para unos meses, pero enseguida descubrimos que había mucha tela que cortar…

 

El jurado de los premios Cermi.es le reconoce ser el padre del periodismo social moderno y comprometido con los valores humanos. ¿No le miraban raro sus colegas de profesión al cambiar la información política y parlamentaria por los temas sociales?

 

No fue para tanto… Era una pura obviedad. Yo procedía del periodismo político y en él continué. Se trataba de aplicar al mundo de los servicios sociales y a las organizaciones sociales las mismas reglas y los mismos instrumentos que regían para el periodismo, digamos, competitivo y profesional. 

 

Efectivamente, mis colegas de otros medios no entendían que pusiera tanto entusiasmo en una forma de hacer periodismo “tan triste”, según me confesaron en la redacción de un medio importante.

 

Bajo su dirección en la agencia Servimedia, la discapacidad logró por primera vez un hueco en la agenda informativa.  ¿Cómo  valora la imagen social de las personas con discapacidad que ofrecen actualmente los medios de comunicación? ¿Qué echa en falta?

 

He sido optimista. La imagen de las personas con discapacidad está afortunadamente a años luz de la que yo conocí en los primeros tiempos de Servimedia. Pero no exageremos, Servimedia fue solo un instrumento que acompañó la acción decidida e inteligentísima de quienes gobernaron en aquellos años las instituciones representativas de las personas con discapacidad y muy particularmente la Fundación ONCE y el CERMI.

 

¿Se han desterrado prejuicios caducos y trasnochados o se mantienen los tópicos manidos de siempre? 

 

Digamos que estamos en el buen camino… Por supuesto que no hay que bajar la guardia. Pero cuando uno observa los procesos de inclusión tanto social como laboral que están plenamente consolidados, creo que hay razones importantes para el optimismo. Pero hay que mejorar siempre. Bien seguro que existen todavía necesidades personales y familiares que necesitan más recursos y mejor gestión. 

 

En 1993, como director general de Servimedia, puso en marcha las primeras becas de formación para estudiantes de periodismo con discapacidad.  ¿El empleo de profesionales con discapacidad sigue siendo una asignatura pendiente en los medios de comunicación?

 

Siempre pensé que en el mundo de las personas con discapacidad, los protagonistas eran ellas; que si queríamos hacer información rigurosa y moderna sobre el sector, lo razonable era que fueran periodistas con discapacidad quienes lo ejercieran, pero no para que se ocuparan solo o preferentemente de esa sección, sino para que ejercieran con plena integración en los campos de la información política, en la económica, en la cultural, en la deportiva…Y no solo en Servimedia, sino en el resto de los medios de comunicación, fueran medios tradicionales o audiovisuales o digitales. Era de pura lógica…

 

No olvidaré, y créeme que he vivido profesionalmente importantes acontecimientos nacionales, el día que presentamos en la sede de la Asociación de la Prensa de Madrid la primera promoción de alumnos de periodismo con discapacidad becados por la Fundación ONCE. Es una de las iniciativas que más orgullo profesional me producen.

 

Ha vivido en primera línea la gestación y desarrollo del CERMI, un modelo único en la defensa de los derechos de las personas con discapacidad y sus familias. ¿Si le pidieran consejo para seguir avanzado, cuál sería su recomendación?

 

El CERMI es la mejor invención que se ha hecho en este país para la defensa y la promoción de las personas con discapacidad. Todo lo que signifique cohesión y unidad del sector de la discapacidad redundará en beneficios de las personas y de las familias. El poder de interlocución que ha conseguido el CERMI en todas las instancias nacionales e internacionales es admirable. 

 

No estoy para dar consejos a nadie, pero la plena inclusión de las personas con discapacidad dependerá del grado de cohesión y unidad que tenga el CERMI en cada momento.