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CERMI.ES semanal el periódico de la discapacidad.

viernes, 20 de noviembre de 2020cermi.es semanal Nº 414

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"4,32 millones de personas con discapacidad,
más de 8.000 asociaciones luchando por sus derechos"

Soledad, exclusión forzosa

Soledad no deseada y discapacidad. El acoso escolar como factor de soledad en las niñas, niños y adolescentes con discapacidad

Lo que no se olvida

13/11/2020

Blanca Abella

La infancia determina la personalidad del ser humano, es ese periodo vital que deja una huella imborrable en todas las personas. Debería ser un recuerdo feliz al que deseamos volver, sin embargo, para muchos menores los días de escuela se convierten en los peores recuerdos de su vida, dificiles de olvidar, tristes y en soledad. Dice Belén, que sufrió acosos durante muchos años, que "si no hacemos algo pronto desde el movimiento de la discapacidad, muchas niñas con discapacidad se van a quedar atrás, lo están pasando muy mal y ya está ocurriendo, no pueden superar esto".

Jesús Martín Blanco, delegado del CERMI para los Derechos Humanos y la Convención Internacional de la DiscapacidadEl webinario ‘El acoso escolar como factor de soledad en las niñas, niños y adolescentes con discapacidad’, es el último de una serie de seis encuentros telemáticos organizados por el CERMI y el Real Patronato sobre Discapacidad para abordar desde diferentes puntos de vista el binomio soledad y discapacidad. Aunque el recorrido en estos seis encuentros ha sido intenso, lo que hoy se ha dicho en este webinario es aterrador, es la infancia desprotegida, señalada, maltratada... viviendo un dolor terrible en soledad.
 
Jesús Martín Blanco, delegado del CERMI para los Derechos Humanos y la Convención Internacional de la Discapacidad, inicia su intervención hablando sobre la convivencia, la soledad, el ambiente escolar, para finalmente denunciar el terrible efecto de un acoso.
 
Las bases sobre las que se desarrolla una vida, la infancia, determinan la personalidad del ser humano, asegura el representante del CERMI, "de ahí la importancia del ambiente escolar, que debe ser saludable y debe prevenir violencias y asegurar la igualdad y no discriminación". Explica que la convivencia es palabra de origen latino, viene de "vivencia con" y la escuela es el primer lugar de convivencia fuera de una familia, donde compartir entornos y experiencias, "para que se construyan afectos y podamos aprender todos de todos".
 
En la escuela pasan muchas cosas importantes que nos acompañarán el resto de nuestra existencia (como leer o sumar), explica Jesús Martín, "pero algo importante que no debemos pasar por alto es que en la escuela nos asumimos como parte de un grupo". De ahí la importancia que tiene la inclusión, ya que es un ejemplo de convivencia cívica, es, a su juicio, "un remedio contra la soledad".
 
"La soledad en la escuela se mitiga con convivencia y la convivencia solo existe cuando el derecho a la inclusion y la vida en comunidad están garantizados", afirma. La solución, a su juicio, vendría con una buena vacuna: la Convención de la ONU sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad. "Inoculemos a toda la comunidad educativa los antígenos más poderosos, que no son otros que los derechos humanos". 
 

Combatir la ignorancia

 
Carmen Jáudenes, de la Comisión de Educación Inclusiva del CERMICarmen Jáudenes, de la Comisión de Educación Inclusiva del CERMI, afirma que "necesitamos que los centros educativos sean espacios saludables y seguros" y, sobre todo, lugares en los que sea posible identificar y combatir las actitudes que puedan derivar en violencia o abuso. "Si no se corrigen en ese punto de origen, cuando se están gestando, desencadenan rechazo, exclusión, acoso y violencia".
 
Señala que el acoso escolar sucede en aulas pero también en espacios de actividad menos estructurada, como recreos, comedores, vestuarios del gimnasio, actividades de ocio... y los alumnos con discapacidad son más vulnerables y tienen más dificultades para identificar y prevenir situaciones de violencia. Los efectos del acoso son terriles, apunta: "baja autoestima, inseguridad, miedo, ansiedad, cuadros depresivos, elementos que suman vulnerabilidad y mayor motivación hacia una vivencia en soledad..."
 
Hay muchas cosas por hacer, según Jáudenes, pero quizá "el primer objetivo a batir es el desconocimiento", aunque se corrige y asegura que, "siendo explícitos, diríamos la ignorancia en relación con las personas con discapacidad". 
 
Para cerrar su intervención, recoge siete ideas operativas en esta lucha contra el acoso escolar: la importancia de generar en los menores una imagen positiva de sí mismos; combatir el desconocimiento; promover recursos para formación del profesorado, profesionales y familias; atención, apoyo y recuperación de las víctimas; canales de atención y de denuncia facilmente identificables con protocolos sencillos; atención a las nuevas formas y espacios de acoso; no olvidar que el alumnado con discapacidad es uno más, y le afecta lo bueno y lo malo del sistema; imprescindible contar con el movimiento asociativo de las personas con discapacidad y sus familias.
 

La importancia de los datos

 
Sabina Lobato, directora de Formación y Empleo de Fundación ONCESabina Lobato, directora de Formación y Empleo de Fundación ONCE, señala desde el comienzo de su intervención la importancia de generar conocimiento sobre el acoso y presenta un estudio elaborado junto con el CERMI en 2019, donde se descubre, entre otras cosas, que la mayoría de estudiantes con discapacidad que sufren acoso aseguran que es por sentirse “diferente”; que las formas de acoso suelen ser burlas, aislamiento y rechazo; que en el ciberacoso, el whatsApp es el más usado; que los primeros años de la secundaria son los años en los que hay más acoso, aunque también en los dos últimos de primaria; que 6 de cada 10 víctimas lo sufren durante años; que las víctimas acaban normalizando estas situaciones, se resignan y que solo la mitad se lo cuentan a otras personas.
 
Las consecuencias son muy negativas emocional y socialmente, y desde luego en el desempeño académico. Insiste pues, en la obligación de promover investigación y estasísticas, y apunta que el CERMI tiene su grupo de estadísticas, "donde siempre estamos muy atentos a lo que se pueda incluir". Finalmente, señala la importancia de la figura del alumnado ayudante, otros compañeros normalmente sin discapacidad a los que se les asigna una función de vigilancia o acompañamiento para evitar estas situaciones.
 
Ruth Vidriales, de la Confederación Autismo EspañaRuth Vidriales, de la Confederación Autismo España, advierte de que las personas con Trastorno del Espectro del Autismo son uno de los colectivos más vulnerables ante el acoso escolar, entre otras cosas porque la mayoría no saben identificar determinados comportamientos de acoso.
 
Las consecuencias son numerosas, y a largo plazo impactan en el bienestar emocional y en el propio rendimiento, es decir, incide en el fracaso escolar y abandono de la educación; además, es un factor de incremento de la soledad.
 
El entorno social en las escuelas es muy complejo para cualquier niño, pero más para los que presentan TEA, asegura Vidriales. Y para concluir señala una serie de prioridades de actuación: formación a profesionales en las escuelas, especialmente en el caso del autismo; compromiso social, porque el acoso es una lacra que arrastra a toda la sociedad en su conjunto, y de ahí la importancia de implicar a las familias de los alumnos; investigar y aportar datos para avanzar en el conocimiento .y concienciación y sensibilización de la sociedad y poderes públicos responsables. 
 
Ricardo Ibarra, de la Plataforma de InfanciaRicardo Ibarra, de la Plataforma de Infancia, asegura que el acoso escolar va a más, "se intensifica con las nuevas tecnologías" y se produce fuera del entorno escolar, lo que resulta más peligroso porque puede expandirse de una manera más grave y afectar a las víctimas por más tiempo.
 
Reclama políticas de formación, sensibilización, recursos para el profesorado y un trabajo fundamental con el alumnado, no solo acosador y acosado, con todos. Asegura que en la plataforma trabajan sobre todo en cambios legales y que la ley de violencia contra la infancia en la que trabajan desde hace ocho años se encuentra ahora en el congreso, en el proceso de enmiendas, e incide mucho en la prevención y la formación. Y finalmente destaca la importancia de darles voz, "escuchar a los menores, fomentar la participación infantil, su empoderamiento".
 

Testimonios de supervivencia

 
Belén González, joven ciegaBelén González, una joven ciega y resuelta que habla con aplomo y seriedad, relata su terrible experiencia, de cómo siempre se sentía sola, que no tenía amigos, no jugaba con nadie, entre otras cosas porque no sabía, "nadie me había enseñado a jugar como ellos". Todo empezó con 8 años, "yo era la más vulnerable de la clase y todos mis compñaeros, especialmente las niñas, empezaron a meterse conmigo". 
 
Lo que más duele, asegura, "no es la actitud de mis compañeros, que al final y al cabo eran niños, es que ningún profesor hizo nunca nada para ayudarme...". Pasados unos años fueron dejándola en paz o quizá fueque normalizó la situación, "pensé que era culpa mía, porque hacía las cosas mal y porque era ciega... y pensé que no iba a hacer nada de provecho en la vida".
 
Para vivir con ello y superarlo (aunque no sabe si lo ha conseguido) ha necesitado mucho tiempo, la ayuda de varios psicólogos y el apoyo de la familia y de entornos como el de la ONCE. Para terminar, reclama urgentemente una acción decidida, porque hay muchas niñas con discapacidad que están sufriendo acoso, "no es solo mi experiencia"; por eso, afirma, "si desde el movimiento de la discapacidad no hacemos algo pronto, muchas niñas con discapacidad se van a quedar atrás, lo están pasando muy mal y ya está ocurriendo, muchas niñas no pueden superar esto". Ignacio Pantoja, joven con TEA
 
Ignacio Pantoja, joven con TEA, cuenta cómo el acoso llego a su vida de manera muy temprana, a los 3 años. Asegura que incluso los profesores le ponían motes y se reían de él, y los compañeros hacían cosas muy desagradables que prefiere no describir. "En la ESO y en bachillerato he visto cosas espantosas, tengo 36 años y todavía tengo pesadillas". En la universidad ya no se trataba de agresiones físicas o verbales, era pura exclusión.
 
Finalmente, como ejemplo de buenas prácticas, y de que la inclusión es posible, Endika, un chico de 12 años con parálisis cerebral, interviene para contar que se lo pasa bomba con sus compañeros de la escuela y que comparte los mismos juegos con todos ellos.
 
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