A Fernando Riaño, porque es un ejemplo de superación constante

 

 

Tengo un amigo que lee cada semana mi columna y cuando le pregunté qué le parecía, su contestación me hizo pensar. En definitiva, me decía que no “están mal”, pero que los temas de la discapacidad hay que tratarlos de una manera positiva, y mis columnas tienden a visibilizar lo negativo. Aclaro que mi amigo tiene discapacidad visual y también que sabe lo que se dice.

 

Y esta semana sí me había propuesto que esta columna fuese en positivo, pero reconozco humildemente que no puedo, y no puedo porque que queda mucho camino por recorrer para alcanzar la igualdad plena de derechos de las personas con discapacidad. 

 

Es verdad que cada día hay noticias positivas sobre los derechos de este sector y que se ha avanzado muchísimo en los últimos 20 años, pero mi forma de ser me lleva a ver la botella medio vacía porque también sé que detrás de cada buena noticia ha existido una denuncia previa. Y eso quiere decir que la única manera de avanzar es la reflexión y la denuncia (esta puede ser pública o ante las administraciones competentes); porque la denuncia, pública o privada, lleva a la visibilidad de los problemas reales de las personas con discapacidad y a la toma de conciencia social.

 

Cuento todo esto porque hoy el cuerpo me pide escribir sobre dos artículos de la Convención de Naciones Unidas sobre los derechos de las personas con discapacidad. Empecemos por el artículo 18, cuyo primer enunciado dice “Los Estados Parte reconocerán el derecho de las personas con discapacidad a la libertad de desplazamiento, a la libertad para elegir su residencia...”. España es uno de los países firmantes y, por lo tanto, está obligada a proteger el derecho a la libertad de desplazamiento, cosa que no siempre ocurre y si no que se lo pregunten a Javier García, el estudiante de Erasmus al cual Ryanair le niega no solo la asistencia en vuelo de vuelta a Madrid para pasar las navidades en su país y con su familia, sino que además le impide viajar solo. 

 

Javier es sordociego y su discapacidad nunca le ha impedido  independencia de movilidad más allá de la asistencia en el aeropuerto para llegar al avión (servicio que se presta en todos los aeropuertos para personas con discapacidad o personas mayores). Este es un caso claro donde se cercena su derecho a desplazarse en libertad en la Europa de la libre circulación de personas (todavía). Y a este sin sentido hay que ponerle coto, debemos exigir una legislación, tanto española como europea, que sea clara y contundente, y sin ambigüedades, que no permita a las compañías áreas hacer lo que ha hecho Ryanair, cuyo historial de relación con los usuarios no es precisamente ejemplar. Deben de pensar que con lo barato que son los billetes no se les puede exigir que respeten encima la dignidad y derechos de los viajeros. 

 

Y ahora vamos con el artículo 24 que dice: “Los Estados deben asegurar la igualdad de acceso a la educación primaria y secundaria…”. De nuevo son los Estado los obligados a cumplir y hacer cumplir. Y aquí el caso de Claudia y Eduardo, padres de un niño de 5 años llamado Miguel, que padece Síndrome del X-Frágil, y que vieron con verdadera desesperación cómo le denegaban la plaza en el instituto con la recomendación de que "lo escolarizaran en un centro donde pueda ser atendido convenientemente". 

 

Y este no es el único caso que se da en centros educativos españoles en el extranjero, como muy sabe el CERMI.  Y yo me pregunto, ¿no es obligatoria la educación inclusiva en España?, y yo me respondo: SÍ. La educación inclusiva es obligatoria en todo el territorio español y en aquellos centros españoles en el extranjero que dependen del Ministerio de Educación. No sé cómo lo tienen que hacer, no sé si es problema de medios, pero en cualquier caso me da lo mismo. El estado debe garantizar los mismos derechos para todos los españoles, y el Gobierno debe poner los medios necesarios para que se cumpla el derecho de los niños con discapacidad a una educación inclusiva.

 

Por todo esto que he contado no puedo ser positivo, aunque lo intente. Pero en la columna de la semana que viene, la última del año, prometo intentarlo porque hablaré de una de esas buenas noticias que comenté al principio, posiblemente la mejor noticia de los últimos años, y es el carácter legislativo que se le ha otorgado e la comisión de discapacidad del Congreso.

 

Entre tanto, feliz nochebuena.