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CERMI.ES semanal el periódico de la discapacidad.

viernes, 14 de octubre de 2016cermi.es semanal Nº 230

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"4,32 millones de personas con discapacidad,
más de 8.000 asociaciones luchando por sus derechos"

Opinión

Convencer a la inteligencia sin doblegar a la voluntad

Por Javier de la Nava, experto en RSE/Discapacidad (Comité RSE-CERMI)

14/10/2016

Lo importante no es el nombre de las cosas, sino lo que significan”. Antonio Machado

 

Javier de la Nava, Comité RSE-CERMIAún con pocos años de existencia, los últimos especialmente difíciles por el contexto de crisis económica, las empresas han incorporado, de forma voluntaria, en sus prácticas de negocios la Responsabilidad Social, como conjunto de políticas y programas que conllevan respeto por la Ética, las personas y la sostenibilidad medioambiental. Una de las dimensiones de su compromiso empresarial hacia la sociedad es cómo contemplan la discapacidad, lo que da lugar a comportamientos integrados en la RSE-D. 

En el ámbito del movimiento asociativo la crisis económica ha supuesto un desafío a su supervivencia, de ahí que se abogara por activar políticas tendentes a aumentar la rentabilidad social de los recursos. Las personas con discapacidad constituyen uno de los grupos poblacionales que más profunda y rápidamente han sufrido los efectos de una situación económica adversa. Los cambios ocasionados obligan a revisar planes formulados antes incluso de su materialización. Algunas necesidades son cuantitativas: situaciones de pobreza y desempleo; recortes en las aportaciones a las organizaciones del sector; redistribución de los recursos específicos ante la aparición de nuevas necesidades sociales derivadas del incremento del desempleo y de la pobreza, etc. Otras son de tipo cualitativo como la percepción y el análisis de la situación económica, familiar y social. Son evidentes los sentimientos de frustración y temor, tanto en personas que han sido despedidas como en quienes temen perder su empleo. La crisis repercute en la formación y reinserción laboral de los trabajadores, pues las actuaciones de integración laboral se ven mermadas e incluso canceladas. Como consecuencia, algunas personas con discapacidad reconocen verse afectados en su estado de salud, psicológica principalmente, con incidencia en cuadros de ansiedad y estrés.

La discapacidad es un factor de exclusión social que se manifiesta en muchos ámbitos de vida y las crisis económicas la acentúan. Muchas empresas han frenado la contratación y/o prescindido de parte de sus empleados con algún tipo de discapacidad, lo que desemboca en índices de inactividad laboral superiores a los de la población general. Además de la ralentización en la inserción laboral y dado que las actividades que realizan no suelen ser de alta calificación, los ingresos salariales han disminuido. 

Durante los últimos años, se ha llevado a cabo una seria reflexión sobre los modelos organizativos de las entidades del Tercer Sector y el papel que juegan en la sociedad civil. ¿Son prestadoras de servicios o se consideran organismos sociales? El nuevo escenario se caracteriza principalmente por: 

  1. Cambios en las prioridades de acción de los agentes sociales  hacia las necesidades emergentes de los grupos más vulnerables, lo que implica una gestión eficiente de los recursos disponibles por las organizaciones.
  2. Incremento de las necesidades financieras, consecuencia del mayor número de personas con discapacidad que requieren atención social. En consecuencia, los ingresos procedentes tanto del ámbito público como del privado han disminuido.

Se impone aprovechar la coyuntura para reflexionar y replantearse los principios sustentadores del movimiento asociativo. Es hora de profundizar en la RSE-D, desde ambas orillas, más allá del cumplimiento de las disposiciones legales. Además de la contratación, se deben explotar vías de colaboración, participación e implicación con el sector de la discapacidad en sus múltiples variables: trabajadores, clientes, consumidores y organizaciones prescriptoras de opinión social. La RSE-D es un aspecto estratégico para la empresa basado en la convicción de los propios agentes que la aplican y promueven. Una vez interiorizados los comportamientos, las empresas deben hacer visibles sus actuaciones en el ámbito de la discapacidad y las organizaciones del movimiento asociativo  las pueden ayudar. El talento, la diversidad, la creatividad, en  suma generación de valores, llegarán a las empresas de la mano de la discapacidad. La complicidad es fundamental para establecer canales de comunicación y diálogo que consoliden la confianza y el desarrollo de la RSE-D. Se trata de convencer a la inteligencia sin doblegar a la voluntad.

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